Adrián Torrado, de la silla de ruedas a caminar con andador: “El miedo no te lleva a ninguna parte”

Este vecino de Cabana de Bergantiños, con diversidad funcional física, pudo caminar por primera vez tras once años de intenso trabajo rehabilitador con dos profesores en su instituto

Adrián Torrado Redondo, en su casa de Cabana de Bergantiños.  | // CEDIDA

Adrián Torrado Redondo, en su casa de Cabana de Bergantiños. | // CEDIDA / María de la Huerta

“El miedo no te lleva a ninguna parte”, asegura Adrián Torrado Redondo, vecino de Cabana de Bergantiños de 35 años, con una increíble historia de superación a sus espaldas que este jueves compartirá con los asistentes a la charla inaugural del ciclo Aprendiendo a incluir, organizado por la Fundación María José Jove y la Confederación Galega de Persoas con Discapacidade (Cogami) en la sede de la primera entidad, en A Coruña. Un encuentro en el que Adrián, con una diversidad funcional física del 79% derivada de una meningitis neonatal, contará cómo dejó de depender de la silla de ruedas y pudo caminar por primera vez tras once años de intenso trabajo rehabilitador con dos profesores de su instituto, en Baio (Zas). “Para hacer las cosas, lo primero que hay que tener son ganas. Con trabajo y esfuerzo, por mucho que te digan ‘no’ es ‘sí’”, proclama.

Adrián nació prematuro, a los seis meses de gestación, camino del Hospital Materno Infantil Teresa Herrera de A Coruña (Chuac), a la altura del puente de A Pasaxe. “El cordón umbilical me lo cortó mi abuela, malamente, como pudo”, refiere este joven cabanés, quien vino al mundo con “800 gramos de peso”, y aunque inicialmente “iba todo bien”, cuando apenas llevaba “tres días en la incubadora”, sufrió una “meningitis” que le provocó “daños en la vista y una parálisis cerebral que derivó en una diversidad funcional física del 79%”.

“Infancia, prácticamente, no tuve. La pasé metido en consultas de médicos, en rehabilitación... Por aquel entonces, solo gateaba, y estaba todo el día en brazos de mis familiares”, cuenta Adrián, cuya primera etapa educativa transcurrió entre la extinta escuela unitaria de Anos (Cabana de Bergantiños) y el colegio Labarta Pose, en Baio (Zas). “Hacía vida con los compañeros, solo que, en vez de ir a Educación Física, durante las horas destinadas a esa asignatura, aprovechaba y daba clases de informática. Y así fue hasta que empecé en el instituto Maximino Romero de Lema, también en Baio”, rememora.

En ese centro, el destino le tenía preparado un “regalo”: conocer a Juan Díaz y a Marco Lamela, profesores de Educación Física que le ayudarían a ponerse literalmente de pie, “también en la vida”. “Lo primero que me dijeron fue: ‘Tú tienes el problema que tienes, pero vas a hacer Educación Física como el resto de los alumnos’. Que en aquel momento, alguien apostase por mí fue una pasada, e inmediatamente pensé: ‘Esta es mi oportunidad. Me voy a agarrar a ella como a un clavo ardiendo’. Así fue cómo empezamos a trabajar sin descanso —durante recreos, horas libres, fiestas del instituto... — en un programa rehabilitador, con la finalidad de mejorar mi calidad de vida en la silla de ruedas. Y mira si lo hicimos, que once años después, acabé caminando por mí mismo”, resalta Adrián, quien recuerda cómo al inicio de esa experiencia él “no tenía ninguna movilidad, solo gateaba”.

“Empezamos trabajando en tatami, haciendo cuadrupedias y ejercicios de brazos. Después, como fui ganando ya movilidad, un poco más de pie. A continuación, pasamos a la silla de ruedas, ejercitando la resistencia y, a partir de ahí, ya con andador y con bastones trípode, hasta el punto de llegar a caminar solo, por firmes pero dándole duro durante unos 20 minutos. Llegaba a casa reventado”, explica este joven cabanés, quien destaca que Juan Díaz y Marco Lamela lo trataron “como a un deportista de élite”. “De hecho, Juan fue jugador y entrenador de baloncesto”, refiere Adrián, quien insiste en que, durante esos once años de trabajo de “altísima intensidad”, los tres conformaron “un equipo”, en el que “unos tiraban de otros” y en el que “todos” se motivaban. “Trabajar con ellos fue una maravilla, y coincidir de nuevo con el ‘míster’ [como se refiere a Juan Díaz] en este ciclo de charlas sobre educación inclusiva organizado por la Fundación María José Jove y Cogami es un placer, un honor, un privilegio y un orgullo”, subraya.

En la charla inaugural de ese ciclo, Adrián y Juan contarán cómo empleando medios “de escuela pública del rural, sin ningún material especial, sino el mismo que utilizaban el resto de chavales del instituto”, el primero logró cambiar la silla de ruedas, primero por bastones, y luego por un andador. “Las rutinas de ejercicios, la constancia y el esfuerzo”, unidos a la “enorme implicación” del equipo docente y directivo del instituto Maximino Romero de Lema, así como de la familia de Adrián y su equipo médico, posibilitaron su extraordinaria mejoría. “Hay que fomentar más el esfuerzo y la amistad, valores fundamentales, no solo en los centros educativos, sino en cualquier ámbito de la vida”, avanza Adrián, sobre el mensaje que intentará transmitir, este jueves, en A Coruña.

Ciclo de charlas sobre educación inclusiva en la Fundación María José Jove

La Fundación María José Jove y la Confederación Galega de Persoas con Discapacidade (Cogami) organizan Aprendiendo a incluir, un ciclo de tres charlas para sensibilizar, desde una perspectiva práctica, sobre la realidad de la inclusión en el ámbito educativo. Dirigidas a educadores, en el sentido más amplio de la palabra (profesores y formadores en cualquier disciplina, familias y público en general), las tres jornadas se desarrollarán los jueves 13, 20 y 27 de abril, en horario de 17.30 a 19.30 horas, en la sede de la Fundación María José Jove. La entrada es gratuita, previa inscripción hasta mañana, 11 de abril, en el enlace www.fundacionmariajosejove.org.

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