Uno de cada cuatro niños de diez a doce años ha sufrido algún tipo de acoso escolar

Las agresiones verbales son las prácticas más habituales de “violencia entre iguales” en alumnos de quinto y sexto de Primaria

Las víctimas sufren mayor absentismo y caída de rendimiento

Daniel Domínguez

Hace unas semanas, un alumno de cuarto de Educación Primaria de un centro escolar de A Coruña confesó a sus padres que un grupo de niñas habían intentado pegarle porque no le caía bien a una amigas de estas. Una de las agresoras incluso propinó una patada a la víctima, el más pequeño de la clase, aprovechando el alboroto del recreo para esquivar la vigilancia de los profesores. Este tipo de situaciones resultan más habituales de lo que parece y brotan en edades cada vez más tempranas. Uno de cada cuatro alumnos de 5º y 6º de Primaria, es decir, con edades comprendidas entre los 10 y los 12 años, ha sufrido algún tipo de violencia o acoso por parte de sus compañeros.

Un estudio entre casi 2.000 estudiantes del tercer ciclo de Primaria revela que el 26,4% reconoce haber sido víctima de insultos, golpes, exclusión social o rumores para mofarse de él por parte de algunos de sus compañeros. “El fenómeno de la violencia entre iguales [...] está prácticamente generalizado en la escuela y Galicia no es ajena a dicho problema, padeciéndolo también en sus aulas (26,4%)”, recoge la tesis doctoral Violencia escolar entre iguales. Tercer ciclo de Educación Primaria de la Comunidad Autónoma de Galicia, elaborada por el doctor en Pedagogía Emilio Tresgallo, que colabora con la Universidad de Valencia y ha realizado varios estudios sobre la materia. Poniéndole cara a la violencia. Trabajar las emociones para su transformación es el último de ellos y está a punto de publicarse.

“Quienes agreden utilizan los medios tradicionales (patadas, puñetazos, exclusiones en las actividades o en los juegos, difundiendo rumores, destrozando, robando o hurtando las posesiones de sus compañeros) y las redes sociales, tales como el móvil con el envío de mensajes agresivos”, advierte la tesis, que sitúa las agresiones verbales como protagonistas del 28,6% de casos, porcentaje seguido del 19,6% de patadas y puñetazos y de un 13,7% de casos detectados en que se les impide a las víctimas participar en juegos.

Los agredidos sufren las consecuencias a nivel emocional, físico y académico, con una “decadencia de la autoestima” y mayor tristeza y aislamiento. “A nivel psicológico, supone un desequilibrio personal y mental al ponerse enfermas las víctimas al descender sus defensas y al comenzar episodios de depresión El descanso de los victimizados se ve afectado por los insomnios y las pesadillas nocturnas como consecuencia de la violencia escolar sufrida”, relata la citada tesis, que obtuvo un sobresaliente cum laude y que añade otra variable.

“A nivel de rendimiento escolar, el miedo a asistir al centro escolar como foco activo de malos recuerdos y agresiones hace que el alumnado agredido falte a clase más de lo habitual (absentismo escolar), pierda la concentración y baje ostensiblemente su rendimiento escolar, suspendiendo materias curriculares”, destaca Tresgallo.

Este docente incide también en la necesidad de diferenciar entre violencia y acoso, aunque en muchas ocasiones vayan de la mano. En el segundo caso, debe producirse una intimidación prolongada en el tiempo, con desequilibrio de fuerzas a favor del agresor y sin que exista una provocación previa por parte de la víctima.

Como causas de estas agresiones que pueden lastrar el desarrollo futuro de niños que no superan los 12 años, Tresgallo apunta que “quienes agreden acosan para vengarse de sus víctimas, para presumir de fuertes y porque ellos mismos han sido agredidos en algún momento de su víctima”, señalando como situaciones comunes ámbitos familiares “problemáticos” y personalidades “agresivas”. Uno de los problemas detectados para solucionar esta cuestión —un tercio de alumnos cree que se deben aplicar medidas— radica en un nivel de sensibilización “insuficiente” para el 34,7% de estudiantes.

La tasa de depresión entre los agredidos se triplica

La aparición de episodios de violencia y acoso en edades tan tempranas como los 10, los 11 y los 12 años generan el caldo de cultivo para problemas futuros. Casi uno de cada cuatro adolescentes gallegos (22,9%) sufre acoso escolar, según el estudio “Adolescencia, tecnología, salud y convivencia”, elaborado por la Fundación Barrié en colaboración con la Universidade de Santiago (USC). Las cifras son mayores en la primera etapa de la ESO (hasta el 28,5%) y descienden, de forma progresiva, con la edad. Estas situaciones impactan en la salud mental de los adolescentes: las tasas de depresión e ideación suicida se multiplican por tres, e incluso por cuatro, entre las víctimas. También entre los agresores son entre seis y siete veces mayores. Las cifras aumentan, asimismo, entre los que juegan habitualmente a videojuegos violentos.

Suscríbete para seguir leyendo