Huir de Ucrania y perderlo todo en el incendio de Valencia

Volodymyr, vecino del edificio arrasado por el fuego, llegó a España el verano pasado desde Jarkiv, ciudad ucraniana sitiada por las bombas

Gonzalo Sánchez

Volodymyr huyó de las bombas que caían en Jarkiv (Ucrania) y llegó a España el verano pasado, con su hermana y su hijo de 13 años. Tras dos años consiguieron escapar del país cruzando la frontera en coche para llegar a Valencia. Al llegar, la mala suerte quiso que se asentaran en un piso de la planta 11 del edificio que ardió el jueves de la semana pasada en el barrio de Campanar esa ciudad. La paz ha durado pocos meses y él y su familia se han vuelto a ver obligados a dejar todo atrás. “Nos ha costado dos años volver a rehacer nuestras vidas, tener a nuestro hijo estudiando en el colegio y nosotros trabajando. Pero ahora todo se ha vuelto a perder, empezamos de cero otra vez”, lamenta este migrante ucraniano.

Él es uno de los vecinos que se acercó la mañana de este miércoles para que el cuerpo de bomberos pudiera rescatar alguno de sus enseres. No tenía esperanzas de que quedara nada, pero al ver que sus vecinos se llevaron “cuatro maletas” de objetos, recuperó el ánimo pensando que quizá aún había algo que salvar. Cualquier objeto, por insignificante que fuera, es un auténtico tesoro para esta familia.

Lo que más deseaba y lo primero que pidió a los bomberos fueron unas fotos y su ordenador portátil, donde guarda las últimas imágenes de sus padres fallecidos. “Solo me quedaban un par de imágenes en físico y las del ordenador. He pedido que por favor me lo traigan como esté porque a lo mejor se puede salvar algo del disco duro para recuperar esas fotos”, cuenta Volodymyr. Otro objeto muy demandado ya varios días son las cajas fuertes que tenían los pisos. La mayoría de las que se han encontrado tienen el interior inservible, algo que le duele especialmente a vecinos como Joaquín, que guardaba allí una cantidad bastante importante de dinero para disfrutarlo en su jubilación. “Algún ‘lingotito’ de oro que heredarán mis nietos se han salvado, pero nada más”, lamenta.

Él vivía en el séptimo piso y era vecino del barrio desde hace más de 15 años. Ahora trata de rehacer su vida en el distrito donde tiene a sus amistades, el bar donde hecha la partida, la farmacia de confianza o su gimnasio, pero denuncia que “no hay pisos en Campanar ni en venta ni en alquiler, no hay forma de quedarse en el barrio”.

Joaquín demanda que la administración no deje tiradas a las familias y les dé una alternativa para que no pase “lo que pasó en Canarias con los afectados por el volcán, que al final han acabado viviendo en barracones”, reivindica.

Volodymyr acababa de salir a la calle cuando se inició el fuego. “Mi hermana estaba dentro y la salvó que empezó a oler a humo. Dos minutos después el piso estaba lleno y decidió bajar por el ascensor. Cuando salía por la puerta de la finca las llamas ya estaban en nuestro apartamento”, cuenta el afectado mientras sigue preguntándose como se pudo expandir tan rápido el fuego.

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