Descuelga el teléfono con una voz diáfana, pero a veces vencida por la dimensión de los acontecimientos de los últimos días. Aún así, las expectativas son mejores que las que eran sondables cuando ingresó en el CHOU, hasta avanzar a un estado "fuera de peligro", según avanzaban ayer desde algunos sectores próximos al caso.

Espera todavía un neumotórax para que le retiren el aire que pudo habérsele acumulado en un pulmón, pero da gracias por haber salido con vida. "Por desgracia, sabía que esto podría pasar; pero ahora tengo claro que debo irme de aquí y antes de que él salga de la cárcel" , cuenta desde su habitación de hospital.

Recuerda que "él siempre quería volver prometiendo que iba a cambiar, pero la relación nuestra se había acabado el año pasado, cuando intentó matarme con una pistola", introduce.

Más cuita le lleva reproducir la secuencia del supuesto ataque. Ahora ve a Jacobo como una persona "manipuladora, con una mentalidad enferma" a la que reprocha que "la primera puñalada me la dio por la espalda, cuando estaba con la comida encima de la mesa y lista para cenar", relata la víctima.

De su historia sentimental, la joven concluye que "con los casos que hubo siempre tuve claro que alguna vez iba a pasar algo como esto", afirma. Cuenta el incidente de la pistola, que según ella motivó una denuncia contra él en agosto de 2009, y tras reconocer que la retiró confiada en sus promesas, explica que ha habido "otras 3 ó 4 más que nunca retiré, así como muchas peticiones de órdenes de alejamiento que nunca me concedieron. ¿Cómo dejar a una persona si dices lo que te está haciendo y no se hace nada?", critica.