El barco negrero Viape I, capturado en el Puerto de la Luz de Tenerife el pasado jueves con diez inmigrantes ilegales en sus bodegas, no sólo se dedicaba al transporte de seres humanos y al narcotráfico como sospechan los investigadores que durante 8 meses lo mantuvieron bajo vigilancia, sino que también ocultaba diamantes de sangre (obtenidos en zonas de guerra mediante violaciones de Derechos Humanos) procedentes de Sierra Leona.

Las piedras preciosas fueron halladas en el camarote del capitán, un ciudadano de nacionalidad rusa y sobre el que se está recabando abundante información sobre sus actividades en el continente africano, en la Europa del Este así como en diversas ex repúblicas del bloque soviético, según señalaron fuentes cercanas a la investigación. Junto a las gemas sin tallar, también se encontraron en el camarote diversos utensilios tales como lupas con lentes de corrección cromática para clasificar las piedras preciosas, así como unos alicatillos y una pesa de precisión.

A bordo del barco fueron detenidas 17 personas, siete tripulantes con documentación de diferentes países de Europa y África, y diez subsaharianos que fueron identificados como inmigrantes que pretendían entrar en España de manera ilegal. Ocho de estas personas estaban nacionalizadas en Sierra Leona y las otras dos en Ghana. En puerto fue arrestado el propietario del buque, un alemán afincado en Canarias que ordenó a la tripulación salir del muelle y llevar el barco a alta mar al detectar el dispositivo policial.

La Policía investiga ahora si los subsaharianos identificados como irregulares también se dedican al contrabando. Según fuentes policiales, es el reducido número de inmigrantes irregulares lo que ha hecho abrir una nueva línea de investigación para esclarecer si realmente las diez personas que aseguran ser inmigrantes pretendían entrar de forma irregular por el puerto de Gran Canaria o es una historia fabricada a la medida para en caso de ser apresados -tal y como ocurrió- enfrentarse a condenas de menores consecuencias que las que deberían asumir por el tráfico de sustancias estupefacientes o el contrabando de piedras preciosas, sobre todo si su origen se precisa y se relaciona con los denominados diamantes de sangre. Los inmigrantes declararon ante el juez que cada uno pagó 2.500 dólares para ser trasladados a Gran Canaria.

La Policía investiga si las piedras fueron adquiridas en Sierra Leona. Además, la bandera de conveniencia que ondeaba el día en el que el barco fue apresado era precisamente de Sierra Leona. Sin embargo, en el interior del buque también se encontraron enseñas de otros países, como Belice y Rusia.

Mientras, la Policía Nacional estudia desguazar el barco negrero ante la sospecha de que se dedica al transporte de drogas y con el convencimiento de que el alijo puede estar todavía oculto en su interior.