La ONU instó ayer a sus estados miembros a donar 28,6 millones de dólares en los tres próximos meses para aliviar la situación de los más de 640.000 afectados por las riadas que han causado al menos 1.010 muertos al sur de Filipinas.

"La mala calidad del agua y los problemas de insalubridad causan una gran preocupación sanitaria. Debemos mejorar la situación lo antes posible para evitar la propagación de epidemias que empeoren el estado de personas debilitadas por el hambre y la pérdida de seres queridos", declaró el coordinador humanitario de Naciones Unidas.

A las 1.010 muertes confirmadas se suman al menos 53 desaparecidos, según el Centro Nacional de Prevención de Desastres, mientras que la Cruz Roja filipina afirma que los desaparecidos se cuentan por cientos y que será imposible conocer el número hasta dentro de unos días.

En medio de la desgracia, la noticia más optimista fue el nacimiento de una niña, llamada Aizee Tumanda, en el tejado de una clínica que había quedado inundada, y que ahora es atendida en un albergue en la ciudad de Cagayan de Oro.