Un folio manuscrito perfectamente estructurado contiene las primeras manifestaciones de Rosario Porto desde su detención e ingreso en prisión acusada del crimen de su hija Asunta. Son 377 palabras en una perfecta caligrafía que fueron escritas en bolígrafo azul en el centro penitenciario de Teixeiro y con las que la abogada carga contra la investigación e instrucción del caso, denuncia el "circo mediático" en torno a él y defiende, aunque de soslayo, su inocencia. Una carta en la que cita tres veces a su hija --"mi hija", refiere- pero nunca por su nombre propio y en la que obvia citar a Alfonso Basterra, encarcelado también por presunto delito de asesinato.

La misiva ha llamado la atención de los psiquiatras por su "frialdad" y por la falta de "argumentos emocionales" que se traducen, al menos en este texto, en una imagen de "desapego" hacia la niña. "Tan aséptica es la carta que ni menciona el nombre de Asunta; dada la situación, la de una madre que ha perdido a su hija y que está encarcelada, uno se esperaría algo más desgarrador", valora el psiquiatra Juan Fernández Hierro.

En la carta, remitida a un programa de Telecinco que previamente le había requerido su testimonio sobre los hechos, Rosario Porto denuncia las "múltiples irregularidades" en la investigación e instrucción del crimen de su hija, critica también la "vulneración" del secreto de sumario y muestra su malestar con las informaciones periodísticas: "Por si el dolor de esta terrible pérdida no fuera suficiente, he tenido que asistir atónita al feo, feroz y absurdo sensacionalismo". Y hace una tenue referencia a su inocencia, advirtiendo que tan solo "debe ser contrastada y ratificada" en sede judicial. "Hay artículos periodísticos sobre el caso que desprenden más calidez que esta carta escrita por una madre; no dice nada afectivo sobre su hija, hace referencia a ella de forma impersonal y llama la atención que en ningún momento dice claramente que es inocente; ha sido una oportunidad perdida para que ella explique su versión", opina el psicólogo clínico Manuel Castro.

Esta abogada compostelana se refiere a "mi hija" tres veces a lo largo de la misiva. Lo hace para matizar que las circunstancias de su fallecimiento solo son de interés "para los directamente afectados"; para remarcar las "irregularidades" en la investigación de su crimen y, ya al final, para rogar a los periodistas a los que se dirige que si abordan este asunto, lo hagan con "el respeto" y "el rigor" que la memoria de la niña merece. En ningún momento escribe el nombre de la menor. "Es un exceso de frialdad, de distancia", opina Juan Fernández Hierro. "Habla de ella de forma impersonal", añade Manuel Castro.

El formalismo de la carta es uno de los aspectos que destacan estos expertos. "Es hipercorrecta, neutral, algo que puede tener su explicación en que haya sido asesorada por sus abogados o incluso que la carta haya sido revisada por ellos", considera Fernández Hierro.

Esta carta, a juicio de este psiquiatra, coincide con la imagen que hasta ahora se ha visto de ella: solo se derrumbó en uno de los registros. "Transmite una imagen de distancia y frialdad, pero ésta es una interpretación parcial en la que todavía hay muchas lagunas; no sabemos cómo era ella antes del crimen; no tenemos el antes y el después; con lo que sabemos un perito forense no podría concluir que Rosario Porto es una persona fría", alerta.

Castro destaca también "la formalidad" de la carta, que califica de "artificiosa". "Hay importantes omisiones, porque dice más por lo que calla que por lo que cuenta, y ha perdido una oportunidad de dar su versión, de dar una explicación sobre cuestiones que han trascendido como la de los ansiolíticos que le fueron detectados a la menor; en la misiva dice que no va a participar en ningún programa, que no quiere participar en el circo mediático, y si es así, si tú no quieres decir nada, ya no tienes ni porque escribir; no hay una lógica en todo esto", razona el psicólogo clínico.