En apenas cinco meses, Vigo se ha convertido en epicentro de cuatro desapariciones "inquietantes", como se definen las de personas cuya vida corre riesgo. Centenares de pasquines con sus rostros figuran en farolas, muros y paradas de autobús. Las fuerzas de seguridad y las redes sociales están en alerta.

Miguel González Cabaleiro desapareció el pasado 29 de noviembre. El joven, de 24 años y estudiante de Veterinaria, tiene problemas de salud y agobiado salió de su casa en camiseta de manga corta. Amigos y allegados han repartido cientos de carteles y rastrean a diario las distintas parroquias y el centro de Vigo. Sospechan que puede estar asustado y haberse refugiado en una casa en ruinas o en algún trastero o garaje, por lo que piden a los ciudadanos que presten atención a su entorno. Hasta ahora ha habido varios falsos positivos y algún bromista que causó importante daño moral a la familia tras asegurar que lo habían encontrado en Salceda.

Otro desaparecido es José Ángel Casal González, de 44 años, que visto por última vez el 22 de octubre en las inmediaciones del ambulatorio de Coia, en Vigo. Su moto estaba aparcada en la Avenida de A Florida. Jorge Galavís Troncoso, de 36 años y que durante un tiempo residió en Vigo, abandonó su domicilio familiar en la localidad portuguesa de Valença do Minho supuestamente en dirección a Fisterra el pasado 10 de octubre. Desde entonces su familia, incluida una hermana que reside en Gondomar, no ha sabido nada de él. Y por último está Elías Carrera, un taxista ourensano de 61 años, que desapreció el pasado 18 de julio en Vigo.

Francisco Jiménez, coordinador de SOS Desaparecidos señala que el protocolo que aplican recomienda iniciar la búsqueda de inmediato, especialmente en casos de niños y enfermos de alzhéimer y no caer en manos de videntes que solo pretenden "timar" a las víctimas.