"Un avión tan grande no desaparece como lo ha hecho éste", sostiene Javier Arrondo, delegado de Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Aeronáuticos de Baleares. "Los aviones no se caen, a los aviones los tiran", defiende una voz autorizada de la torre de control del aeropuerto de Palma que prefiere mantener el anonimato. El sindicato de pilotos británico ha apuntado a un suicidio del piloto tras abandonarlo su mujer, lo que descartaron sus compañeros de Malaysia Airlines.

"Para mí, se trata de un caso claro de hipoxia (falta de oxígeno) provocada por una despresurización que dejó incapacitada a la tripulación. El avión siguió volando con el piloto automático hasta que se quedó sin gasolina y se cayó al mar, en la zona donde lo están buscando", baraja Fernando Llorente, piloto jubilado que operó con el Boeing 757 y fue instructor de vuelo y examinador del Airbus 320, aeronaves de similares características a las del desaparecido Boeing 777.

Aquí cabe una precisión técnica. La presurización de una cabina de avión es el bombeo activo de aire comprimido en la cabina de una aeronave para garantizar la seguridad y confort de los ocupantes. La despresurización, por tanto, es la pérdida de presión debido a un fallo, que puede tener dos orígenes: un fallo del sistema de presurización, que provocará una despresurización lenta, o un fallo de la estructura del avión, que causará una despresurización rápida o explosiva.

El piloto retirado Fernando Llorente aboga por esta explicación como única plausible para la misteriosa desaparición de un avión de las dimensiones del Boeing 777, que además está dotado de la más moderna tecnología para evitar hechos como éste. "Se han dado accidentes por esta causa en otras ocasiones. En 2005 pasó con un Boeing 737 de la compañía chipriota Helios. Al parecer, al preparar la cabina los pilotos seleccionaron incorrectamente el sistema de presurización de la misma, lo que provocó que al poco de despegar se quedaran sin oxígeno y acabaran estrellándose. Y hace siete años ocurrió un caso similar en Estados Unidos. Al no responder a la torre de control, se envió un caza y su tripulación pudo ver y filmar a los dos pilotos desvanecidos sobre los mandos. El avión continuó volando hasta que agotó su combustible y se estrelló", revela Llorente.

No obstante, ¿cómo explicaría esta despresurización del avión el radical cambio de ruta? Como se recordará, a los 45 minutos de despegar el MH370 cambió radicalmente de ruta y, de dirigirse al norte, hacia Pekín, pasó a orientarse hacia el sur. "Ante un caso de despresurización, lo primero que tiene que hacer el comandante de una nave o su copiloto es acometer un descenso de emergencia para reestablecer una atmósfera respirable en su nave. Lo que pasa es que los aviones transitan por una aeroguía, una especie de autopista en el cielo con varios niveles. Y para evitar una posible colisión con otro avión que circulara por la misma aeroguía a menor altitud, se suele optar por desviar la nave hacia la izquierda o la derecha en el descenso de emergencia. Esta maniobra explicaría el cambio radical de ruta. Los pilotos podrían haber perdido la conciencia durante la maniobra de descenso por la circunstancia que fuera, como no haberse colocado las máscaras de oxígeno, y el avión habría continuado su nueva ruta hasta que agotara el combustible y se precipitara al mar", explica Fernando Llorente. Asimismo, una descompresión explosiva causada por una fisura en el fuselaje del avión podría haber matado a la tripulación y el pasaje antes de que pudieran hacer nada y la aeronave podría haber continuado con su ruta guiada por el piloto automático. Pero esta hipótesis no explicaría el cambio radical en la dirección del vuelo de Malaysia Airlines.

¿Y por qué se perdió repentinamente la señal del Boeing 777? Llorente añade que la zona ubicada a la izquierda de la ruta inicial, posible desvío utilizado por los pilotos para evitar una colisión con otro avión en un descenso de emergencia, no está controlada por los radares civiles, sino solo por los militares, que sí se percataron de ese cambio de dirección. Otra cuestión que despierta suspicacias es el motivo por el que se está tardando tanto en localizar los restos. Llorente apunta que hasta tres satélites de diferentes nacionalidades han detectado restos de entre uno y veintitrés metros de envergadura flotando en una zona del mar Índico ubicada a más de 2.500 kilómetros al suroeste de la localidad australiana de Perth. Pero las deficientes condiciones meteorológicas han impedido acceder a la zona y recuperar físicamente algún resto para, al menos, cerciorarse de que el avión acabó en esas latitudes. "Y hay que advertir que los restos de un accidente aéreo tan solo flotan durante un tiempo. Y la gomaespuma de las butacas y otros elementos del avión que podrían permanecer a flote suelen servir de alimento a los tiburones y a otros peces de grandes dimensiones", advierte Llorente.

"Los GPS están hoy en día muy perfeccionados y aunque los satélites han acotado bastante la zona donde han detectado los restos, el trabajo sobre el mar es muy diferente. Puedes acudir a la zona y encontrarte con una mala mar y olas de hasta cuatro metros que te impidan visualizar los restos porque los ocultan o, sencillamente, porque se encuentran a doscientos metros de donde los estás buscando", apunta el ingeniero técnico aeronáutico Javier Arrondo.

La prioridad pasa ahora por encontrar las cajas negras y que éstas expliquen lo ocurrido, una tarea harto complicada en las remotas y agitadas aguas del Índico. Los expertos consultados confirman que estos "chivatos" emiten una señal para ser localizados durante al menos un mes después del accidente. El problema es que estas cajas negras pueden estar en un lecho marino a 5.000 metros de profundidad. "Y las señales que emitan solo las podrás detectar si te encuentras a poca distancia. Ya ocurrió algo similar con el caso del vuelo de Air France siniestrado en el Atlántico en 2009. Se tardaron dos años en encontrarlas, incluso cuando a los pocos días ya habían hallado los primeros restos del avión", explica la fuente de la torre de control de Palma de Mallorca. Para este profesional, se trata de un acción plenamente deliberada. "Le cambiaron de ruta y pasó a volar a menos de cinco mil pies para sustraerse al control y a la cobertura de los radares para llevar al avión a una zona perdida en el Índico con menos cobertura aún, una zona entre Australia y la Antártida por la que ni siquiera transitan barcos perdidos. No hay nada más que conjeturas y por eso están buscando al avión por esa zona, un área que es como España e Italia juntas". Sobre si estas circunstancias abonan la idea de un secuestro, Llorente se muestra escéptico. "Se trata de un avión muy grande que necesita de una determinada pista de aterrizaje. Sería precisa la colaboración de un Estado y no creo que estemos ante un caso de terrorismo de esa magnitud".

Arrondo, por su parte, se muestra muy escéptico con la ausencia de comunicación. "No ha funcionado el radar secundario (trasponder), ni se ha recibido ninguna comunicación por radio y para que un avión de estas características se quede sin comunicación es que ha tenido que pasar algo muy gordo o que alguien lo ha desconectado deliberadamente". Sobre un posible secuestro, contesta: "¿Alguien lo ha reivindicado o ha pedido algo?".