"Llamad a la policía, fue Fariñas". Mónica F.F., la auxiliar de enfermería de 36 años del Hospital Povisa de Vigo que llegó el domingo por la mañana a este centro sanitario con un cuchillo clavado en el cuello, identificó a su excompañero sentimental, de 40 años y celador en el mismo complejo, como el presunto autor de la agresión. Pese a sus heridas, la mujer -que ayer permanecía en la UCI estable dentro de la gravedad- sacó fuerzas nada más entrar en Urgencias y se afanó por comunicar esta información a un administrativo del hospital y después a una médico, según ratifican compañeros de trabajo próximos a ella y otras fuentes del caso. Y este dato fue vital para que la Policía Nacional, que llegó al hospital en apenas dos minutos tras recibir la llamada de alerta desde el centro, pudiese enfocar su investigación desde un primer momento con el arresto de Carlos F., quien, tras dos noches en los calabozos, hoy será puesto a disposición del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Vigo. Justo tras su detención el mismo domingo en su domicilio como presunto autor de un delito de tentativa de homicidio negó la autoría de los hechos, apuntando que había permanecido en casa y que ese día no había estado en ningún momento con su exnovia. Y ayer, ya en sede policial, se habría acogido a su derecho a no declarar.

Los investigadores del grupo SAF de la Policía Nacional trabajaban ayer a contrarreloj para reunir el mayor número de pruebas y completar el atestado que hoy entregarán a la juez. La identificación que realizó la propia víctima ante compañeros de trabajo es el indicio más sólido, pero no el único. Tras atacarla supuestamente con un cuchillo de cocina en un descansillo del edificio donde vive la mujer, cuando ella salía por la mañana para dirigirse a su puesto de trabajo en la UCI del centro sanitario, habría sido también su excompañero quien la llevó en el coche de ella hasta las proximidades del hospital.

Ella, malherida y con la hoja del cuchillo clavada al cuello, anduvo sola 30 metros hasta entrar en Urgencias, llegada que captaron las cámaras de seguridad del complejo. El vehículo fue supuestamente abandonado por su agresor cerca del hospital: los agentes analizan el turismo, con abundantes restos de sangre en el asiento del copiloto, donde se supone iba sentada la mujer, lo que apoya la tesis de que habría sido él quien condujo el coche.

Pero es que además, y éste es otro indicio clave, personal del hospital declaró haber visto al sospechoso en el entorno del hospital, vestido en tonos oscuros, a esas horas de la mañana del domingo. En el registro en el piso del hombre horas más tarde -los investigadores dan por hecho que se cambió de ropa una vez llegó a casa y antes de que se personase la policía- se intervinieron prendas de ropa y calzado que ayer se analizaban en busca de posible sangre de la víctima. Lo que no se halló fue el mango del cuchillo: se buscó en el lugar de la agresión, en el entorno del hospital y en papeleras y contenedores del recorrido que se supone que el arrestado habría hecho a pie hasta su casa.

Víctima y supuesto agresor rompieron su relación en diciembre. Compañeros de trabajo de la mujer afirman que él la "acosaba". La situación iba a peor, según éstos. "Ella llevaba una semana muy nerviosa porque le habían llenado el depósito [del coche] con agua, le habían pinchado las ruedas... y sabía que era él", dicen. Mónica F.F. denunció en comisaría el episodio de las ruedas y rayazos en su coche, pero sin citar a su expareja. Y aunque nunca presentó denuncias por malos tratos, prueba de la intranquilidad que sufría esta mujer es que llegó a contactar con la Policía Nacional para informarse de los derechos que tenía una víctima de violencia de género.