"Respeto el trabajo periodístico y entiendo su obligación de informar, pero apelo a la ética profesional y a la dignidad en el tratamiento de las noticias relacionadas con Diana para no incrementar aún más el dolor de mi familia", pide Juan Carlos Quer en una carta enviada a los medios de comunicación. "Nuestra hija trágicamente fallecida, no era ni es una página de sucesos, era una persona que merece, al igual que su familia, respeto a su intimidad y consideración a su dolor", recoge la carta. A la vez que solicita que se retiren las imágenes de su hija tapada con una sábana y pide una condena ejemplar para el culpable.

Y es que los Quer han vivido una tragedia mediática de casi 500 días con preguntas que llegaban a cuestionar a sus progenitores: ¿Se marchó voluntariamente Diana?; ¿por las broncas con su madre?; ¿tenía amigos peligrosos en Madrid?

Cuando no había información del caso judicial, ante la ausencia de avances en la investigación, la noticia eran ellos mismos. Si la madre salía mucho o poco, si trataba bien o mal a sus hijas, si Diana superó una anorexia... Y es que la desaparición de la joven estudiante de 18 años en un lugar tranquilo como A Pobra donde la familia pasaba sus vacaciones desde hacía años tuvo una gran repercusión mediática.

Un episodio tan duro afecta a cualquier familia, y en este caso el divorcio de los padres de Diana y la mala relación entre ellos también contribuyeron. Es normal que dos hermanas adolescentes discutan entre sí, con su madre, con su padre... Lo que no es normal es verte por eso en los medios de comunicación. El contencioso que enfrentaba a la pareja y sus visitas a los juzgados por la custodia de la pequeña, además de las llamadas a la Policía por enfrentamientos entre madre e hija en el domicilio familiar, retroalimentaron el caso.

No hay duda de que hoy son víctimas de un doble drama. A la trágica muerte de Diana suman la exposición mediática a la que han visto expuestas sus vidas y que les marcará para siempre.