Mañana se cumplen dos años de la desaparición de Diana Quer, la joven madrileña que regresaba a su casa de verano de la fiesta del Carmen dos Pincheiros, en A Pobra do Caramiñal, cuando se cruzó en su destino José Enrique Abuín Gey, El Chicle, encarcelado desde enero por este caso. Su secuestro y posterior asesinato conmocionó a España, y ha sido uno de los episodios que, junto a la "huelga femenina" del pasado 8 de marzo y las concentraciones en contra de la sentencia de La Manada ha marcado un punto de inflexión en la lucha contra la violencia de género y las agresiones sexistas.

Casi quinientos días pasaron hasta que El Chicle, bajo sospecha desde mucho antes, llevó a la Guardia Civil al pozo de agua, en el interior de una fábrica, donde había depositado el cuerpo el mismo día del secuestro. La clave la dio él mismo: intentó raptar a otra joven en Boiro, si bien la propia víctima y dos chicos que la oyeron pedir auxilio frustraron sus propósitos. Facilitaron el modelo de coche, casi toda la matrícula y los investigadores supieron que había vuelto a actuar.

Acorralado y detenido junto a su mujer, ésta decidió retirar la coartada que hasta entonces había prestado a su marido. Ella se quedó en casa y no fue con su marido a robar gasoil como había mantenido durante casi dos años.

Para los vecinos de Barbanza, el crimen fue doblemente doloroso: por la muerte de la joven, que llevaba varios años veraneando en A Pobra; y por el temor a que la comarca se viese estigmatizada, tras uno de los sucesos más mediáticos de la historia reciente de España. Sin embargo, las ideas negativas y los prejuicios no han cuajado, según el alcalde pobrense, Xosé Lois Piñeiro. "El pueblo ha estado lleno de gente durante las fiestas del Carme dos Pincheiros. La gente entendió que este no es un lugar peligroso, y que lo ocurrido fue un hecho circunstancial, puntual, cometido por una persona que ni siquiera es de aquí".