La tercera jornada del juicio por el conocido como "crimen de la desbrozadora" de A Cañiza contó ayer con otros dos testimonios claves, los del sargento de la Policía Judicial de la Guardia Civil que realizó la inspección del lugar del crimen y de los forenses que practicaron la autopsia a la víctima, Juan Carlos Álvarez. Ambos testimonios cuestionan la versión del acusado, al menos sobre cómo se produjeron los hechos (no sobre su estado mental, para lo que será clave la jornada de hoy con diversas pruebas periciales), y se acercan más a la versión que ofreció al tribunal la hija del fallecido.

En primer lugar, la inspección ocular de la Guardia Civil reveló que el primer encontronazo del acusado con las víctimas se habría producido en el lugar en el que señaló la hija del fallecido, en el portal del acceso a la vivienda de Juan Carlos Álvarez, en donde se encontraba José Luis con la desbrozadora. Allí se encontraron restos de sangre y de pelo largo que corresponderían con los de su hija. Fue ella quien señaló el martes que se encontraron con el acusado al salir por el portal de su casa y que éste les agredió con la desbrozadora sin mediar palabra. El acusado insistió en que fueron ellos quienes se dirigieron a él desde el portal con intención de atacarlo.

Los guardias civiles también mostraron su preferencia por el hecho de que, tras este primer ataque a su hija y a su padre, las lesiones mortales a Juan Carlos Álvarez no se tuvieron que producir allí, sino en el lugar en el que fue encontrado su cuerpo. Lo refrendaron los forenses que le practicaron la autopsia, quienes hicieron hincapié en que la víctima presentaba una herida en la cabeza con pérdida de hueso y de masa cerebral que es incompatible con poder moverse o correr.