OPERACIÓN LAVANDEIRA

Diez años buscando al asesino de Elisa: entre el Archivo Diocesano y el ADN de los pelirrojos

La Guardia Civil rastreó en documentos de hace casi 500 años del Archivo Histórico de Mondoñedo (Lugo) la huella de la familia del criminal para poder identificarlo y detenerlo

La Guardia Civil siguió el rastro familiar del detenido por el crimen de Elisa Abruñedo en el Archivo de Mondoñedo.

La Guardia Civil siguió el rastro familiar del detenido por el crimen de Elisa Abruñedo en el Archivo de Mondoñedo. / Telecinco

La Guardia Civil hizo varios viajes en el tiempo para encontrar y detener al violador y asesino de Elisa Abruñedo en Lavandeira (A Coruña). El crimen se cometió el 1 de septiembre de 2013. Hasta detener el martes pasado a Roger Serafín Rodríguez, acusado de ser el autor del crimen, los investigadores de la UCO y la comandancia de A Coruña recurrieron a las técnicas más novedosas de ADN, incluidas las que no estaban disponibles cuando la mujer fue asesinada.

También, según ha sabido CASO ABIERTO, canal de investigación y sucesos de Prensa Ibérica, la investigación les llevó a los registros históricos de la Iglesia en el Archivo Diocesano de Mondoñedo (Lugo), donde consultaron el rastro genealógico de varias decenas de familias. En ese recorrido, consultaron incluso documentos de la época del Concilio de Trento, en el siglo XVI en busca de la línea genealógica del criminal.

elisa abruñedo

Elisa Abruñedo, con su marido, en una imagen cedida por la familia. / CEDIDA

La Operación Lavandeira para dar caza al asesino de Elisa Abruñedo empezó al estilo tradicional. Violada y apuñalada tres veces en el pecho, el criminal había dejado restos de ADN en el cuerpo de su víctima. Esa huella genética se comparó primero con delincuentes sexuales fichados. No dio resultado. Luego, se comprobó a decenas de hombres de la zona. Los testigos hablaron de un coche, un Citroen ZX. Se buscó también entre los dueños de ese vehículo, bastante común en esa zona de Galicia.

Un ADN voluntario

La primera pista hacia la resolución del caso apareció en 2021, más de siete años después del asesinato. La Guardia Civil organizó unas pruebas de ADN entre los vecinos de la zona, primero en el municipio de Cabanas y luego en otras parroquias y ayuntamientos cercanos a Ferrol. Se pidió que los varones mayores de edad dieran voluntariamente una muestra de su ADN.

El asesino no se presentó, pero, según fuentes del caso, sí lo hizo un pariente suyo, pariente lejano, no de primera generación. "Aquel ADN dio positivo, pero en un porcentaje pequeño. Lo que decía es que un pariente lejano de ese hombre que se había presentado entre los voluntarios era el asesino de Elisa", explican fuentes del caso.

Viaje al pasado

Ahí empezó un viaje hacia el pasado por parte de los investigadores. Siguiendo el rastro genealógico de ese voluntario y sus posibles ancestros, incluidos los más lejanos, los guardias civiles tuvieron que acudir al Archivo Diocesano de Mondoñedo. Allí se guarda la historia y la vida de todos los parroquianos de la zona y sus familias, sus bautizos, sus nacimientos, sus entierros. Guarda desde pergaminos del siglo IX hasta fondos microfilmados y más de 15.000 fichas con la historia de las familias de la parroquia.

Los guardias civiles, algunos de los que investigaron el asesinato de Diana Quer, consultaron allí documentación histórica de los parroquianos, siguiendo hacia el pasado el rastro de esa familia donde había un asesino del siglo XXI. Llegaron a seguir la pista a cientos de hombres nacidos en la diócesis y consultaron documentos incluso del siglo XVI, la época del Concilio de Trento.

Bastardos

Había que seguir el ADN y eran años de hijos bastardos o no reconocidos, no siempre era fácil. Tuvieron siempre la colaboración de la iglesia y se sorprendieron de su minuciosidad en los registros históricos. En documentos de hace decenas de años se anotaba, junto al nacimiento de un bebé, el que podría ser el verdadero padre o las sospechas sobre quién podría serlo. A principios de 2022, se había logrado reconstruir una línea genealógica donde podía pertenecer el asesino.

Un pelirrojo

Paralelamente a esa investigación histórica, se recurrió a los últimos avances científicos. El Instituto de Ciencias Forenses Luis Concheiro, en la Universidad de Santiago de Compostela, pionero en investigaciones de genética y casos criminales, logró una ampliación del ADN del asesino hallado en el cuerpo de Elisa, la víctima de 2013. La ciencia apuntaba que el asesino era un varón pelirrojo, debido a sus peculiaridades en el gen MC1R, receptor de la melanocortina 1.

Cruzando todos esos datos: varón pelirrojo, vinculado lejanamente a la familia de un voluntario, dueño en 2013 de un Citroen, después del verano surgió un nombre como objetivo de la operación Lavandeira. Roger Serafín Rodríguez, 49 años, no tenía antecedentes, no había cometido ningún delito antes de, supuestamente, atacar y matar a Elisa Abruñedo. Un año después del crimen, empezó una relación con una mujer, que seguía siendo su pareja hasta que fue detenido a la salida de su puesto de trabajo, en una cadena de montaje de Navantia, en Ferrol.

Solitario y huraño, un enigma para los investigadores, durante estos últimos diez años Rodríguez, amante de la caza y los caballos, no había sido investigado por ningún otro delito violento. Los investigadores están comprobando ahora si pudo estar implicado en otros delitos.