Al grito Let the show begin y pese a las peticiones de boicot, Eurovisión 2019 echó a andar en la noche del martes desde Israel con una primera semifinal que elevó a Australia a los cielos y clasificó además a Islandia, Estonia, Bielorrusia, Serbia, Chipre, República Checa, Eslovenia, Grecia y San Marino.

En la gala, que se celebró por primera vez en Tel Aviv, participaron un total de 17 países, de los que siete se quedaron fuera de la gran final que tendrá lugar el sábado, con la sorpresa del descarte de Portugal, pese a haber figurado entre los favoritos de los 41 contendientes de esta sexagésimo cuarta edición. Tampoco lograron su pase para la última fase Bélgica, Montenegro, Hungría, Polonia, Finlandia y Georgia.

Aunque España tiene su presencia confirmada en la final como miembro del grupo de Big Five, tanto su audiencia como su jurado pudieron participar en las votaciones de esta semifinal, que se pudieron seguir en directo por La 2 de RTVE. En la misma cadena y minutos antes de esta emisión, el músico de ascendencia china Putochinomaricón, muy implicado en causas sociales, llamó al boicot de Eurovisión por la política de Israel respecto a la ocupación ilegal de territorios palestinos.

Durante la gala se emitió además un breve extracto de la colorida y festiva actuación del joven español Miki, recibida con aplausos por la hinchada nacional en Israel, país donde la canción también ha caído en gracia.

El programa, que contó asimismo con la actuación de la ganadora de Eurovisión 1998 Dana International y que fue conducido por la supermodelo Bar Refaeli y sus compatriotas Assi Azar, Erez Tal y Lucy Ayoub, quiso subrayar el lema de esta edición, Atrévete a soñar. En esa línea, el primer golpe de efecto llegó a través de una recreación del proceso de empoderamiento de la vencedora del certamen en 2018, la israelí Netta, quien surgió ante los espectadores de un gato gigantesco para interpretar una nueva versión de su exitoso Toy.

Las semifinales continuarán hasta hoy, sin librarse de las protestas y actos contra el festival que se celebran estos días por Israel. Varios centenares de israelíes protestaron el martes contra Eurovisión y la ocupación de esos territorios, el mismo día que un grupo de músicos gazatíes celebraron un simbólico festival alternativo sobre las ruinas de un edificio bombardeado en la reciente escalada de violencia que volvió a poner en entredicho la imagen de Israel.

Estas protestas, que se mantendrán a lo largo de la semana, incluirán un acto poco antes de la gran final del sábado delante del recinto, Expo Tel Aviv, y ayer se extendieron a un ataque cibernético contra la web de la cadena pública KAN que interrumpió la emisión de la primera semifinal y difundió el mensaje: "Israel no es seguro".

La ciudad, sin embargo, no es el fortín que se podía esperar. Aunque la Policía ha destinado "cientos de agentes, patrullas especiales y guardias de seguridad privada" a vigilar las zonas estratégicas del festival, incluida la playa, no se aprecian mayores medidas que, por ejemplo, en la edición de Lisboa de 2018. Nada que ver, en el extremo opuesto, con Bakú 2012.