María Dolores de Cospedal (Madrid, 1965), secretaria general del PP, enseña una parte de su parcela más íntima y personal, algo que le cuesta, ya que es muy celosa de su vida privada. De Cospedal se confiesa en el suplemento Yo Dona del diario El Mundo y desvela, entre otras cosas, que sólo se emborrachó una vez, en la facultad; que decidió ser madre soltera mediante fecundación in vitro tras una lucha de casi cuatro años intentando sin éxito adoptar un niño búlgaro, que fumaba tres cajetillas de tabaco al día y que es una amante de la copla, del flamenco y de los mercadillos.

"Decidí ser madre soltera consciente y responsablemente", asegura De Cospedal. "Educarle y tenerle entre mis brazos es la gran apuesta de mi vida", añade.

A pesar de que su vida política le resta mucho de lo personal, no descarta volver a ser madre y quiere darle un hermano a su hijo Ricardo. Asegura que el mejor día de su vida fue cuando el médico le dijo que estaba embarazada. Y añade que son esas cosas cotidianas de la vida las que de verdad le hacen sentirse orgullosa, incluso más que su currículum político.

De pequeña, cuando era alumna del Colegio de las Dominicas de Albacete, adonde se trasladó con 5 años tras pedir su padre el traslado, mostraba De Cospedal grandes dotes interpretativas. Le encantaba el teatro, no le tenía miedo al público. Tuvo su primer contacto con la política en la Universidad y allí se decidió por el Derecho, aunque lo lógico hubiera sido ser ingeniera agrónoma, como su padre. "Los años universitarios fueron los mejores, vivía con mi abuela", explica. Alumna aplicada, De Cospedal no renunciaba a salir y después se daba atracones antes del examen. Cuando decidió opositar para abogado del Estado su madre le advirtió de que le faltaba constancia, pero ella otra vez se salió con la suya. Un año después, consiguió su objetivo.