Poco antes de la dos de la tarde, el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, decidía que era hora de darse un chapuzón frente a la residencia real de La Mareta en Costa Teguise (Lanzarote). Con un bañador verde, el mandatario socialista apenas estuvo unos minutos en las aguas frías de esta parte del litoral lanzaroteño, aunque bien es verdad que el día tampoco animaba a alargar el baño. Fuera, la que merodeaba por las rocas era su perrita Turca, que no quiso dejar solo a su dueño. Se la veía contenta y no paraba de subir y bajar por el risco.

La Mareta cuenta con un acceso directo al mar al que se baja por unas escaleras de piedra que también dan a una pequeña piscina de agua salada, discretamente oculta a los ojos de los visitantes. Fue ahí donde Sánchez tomó su primer baño tras acceder con el bañador y una camiseta roja de manga corta. Con una toalla azul de playa bajo el brazo, estaba claro que su objetivo era adentrarse en el océano. Era la primera aparición pública del Presidente desde que llegara el pasado sábado, día 29 de diciembre, a Lanzarote para despedir el año y pasar el resto de las vacaciones navideñas junto a su familia.

Ajeno a las críticas por el uso para fines privados del avión Falcon, del Ejército del Aire, el Presidente se ha refugiado junto a su mujer y sus dos hijas en la vivienda propiedad de Patrimonio Nacional, el organismo que gestiona los bienes de titularidad del Estado que proceden de la Corona española. Su única salida matutina fue previsiblemente para hacer running por alguno de los parajes volcánicos de Lanzarote. Sobre las diez de la mañana, Sánchez abandonaba la vivienda que mandó construir el rey Hussein de Jordania en un séquito compuesto por cuatro vehículos para volver casi dos horas después. Y es que en La Mareta se sabe, por el movimiento del número de guardias civiles, cuándo sale el Presidente.

Al igual que sucedía durante la estancia del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, los servicios de seguridad diseñan los recorridos para que los mandatarios puedan correr por la isla con todas las garantías. Si Sánchez buscaba tranquilidad en Lanzarote, ante los días que se le avecinan por la dificultad para aprobar los Presupuestos Generales del Estado, con toda seguridad lo ha conseguido. El complejo de La Mareta, que cuenta con amplios jardines, bungalós, varias piscinas, cancha de tenis y baloncesto, entre otras instalaciones, es un lugar ideal para el descanso. Además, el edificio principal de dos plantas cuenta con un amplio salón que da al mar, al igual que las habitaciones y el despacho desde donde Sánchez sigue la actualidad de su Gobierno.

El de La Mareta es un edificio al que el artista César Manrique aportó su particular estilo lanzaroteño, muy similar a la Casa Museo El Campesino, que también abrió sus puertas en la década de los setenta del pasado siglo cuando fue construida. Uno de los rincones preferidos de las hijas de Sánchez será seguramente el pequeño patio donde se encuentra una jaula gigante con pájaros canarios amarillos, coronada por una de las típicas chimeneas diseñadas por Manrique.

Las especiales medidas de seguridad que acompañan al presidente del Gobierno son particularmente visibles en La Mareta. Dos patrullas de guardias civiles custodian día y noche la primera entrada a la residencia, antes de pasar el segundo control de seguridad. De igual forma, varios agentes patrullan a pie el perímetro de costa de la vivienda, mientras otros hacen lo propio con el terrestre que bordea al edificio. De igual forma, otro jeep del instituto armado recorre de forma continua las dos carreteras que bordean el complejo real, al que previsiblemente habrá que sumar a los agentes de paisano. Además, antes y durante la visita de un huésped en La Mareta se chequean las habitaciones del hotel que está situado justo enfrente a la casa, dado que desde algunas de ellas se pueden ver los jardines del chalé.

Como la vivienda está junto al mar, es habitual que una de las patrulleras de la Guardia Civil en Canarias se acerque a sus proximidades, tal y como sucedió al mediodía de ayer.