El representante de España, Miki Núñez, puso ayer el broche final a las actuaciones en competición en Eurovisión con su interpretación de La Venda, un tema que bebe de la rumba catalana y el ska y con la que logró levantar de sus asientos a gran parte de los 7.000 reunidos en el Expo Tel Aviv, donde se celebró la 64º edición de este festival. Algunas casas de apuestas situaban al tema español entre los diez primeros. Al cierre de esta edición no habían finalizado las votaciones.

Pero más allá de los países que ansiaban alzarse con el Micrófono de Cristal, Madonna fue una de las grandes protagonistas de la noche. La cantante interpretó su clásico Like a prayer justo antes de que se iniciasen las votaciones en un festival que cada año cuenta con 200 millones de espectadores en todo el mundo y que en esta ocasión estuvo rodeado de polémica por celebrarse en Israel. De hecho, decenas de personas se congregaron a las puertas del recinto que acoge la gala para exigir "el fin de la ocupación, del apartheid y del bloqueo a Gaza", así como pedir que el concurso musical no sea "cómplice" de "la opresión".

España apostó por un tema pegadizo, donde la coreografía y una puesta en escena con mucho color llenó de alegría el escenario de Tel Aviv. La canción es una composición de Adrià Salas, integrante del grupo La Pegatina. Para la ocasión, Miki lució pantalón y camiseta azul marino y zapatillas deportivas blancas.

Sin haber finalizado las votaciones al cierre de esta edición y a falta del televoto, la canción de Macedonia ocupaba la primera posición, seguida de Suecia y su apuesta góspel. La balada soul de Holanda partía en las apuestas como la favorita del público. Junto a ella se situaban e tema de Suiza, con toques flamencos; el hip hop de Italia o el tema pop de Australia.