El cribaje previo del concierto masivo de Love of Lesbian en el Palau Sant Jordi de Barcelona detectó seis positivos de COVID entre los más de 5.000 asistentes. Todos ellos asintomáticos, que, evidentemente, no entraron al recital. El dispositivo para hacer los test de antígenos empezó el mismo sábado a las 8 de la mañana y se alargó hasta las 16 horas. En las tres salas destinadas para ello (Razzmatazz, Luz de Gas y Apolo). También en el propio Palau Sant Jordi se remató el trabajo para los rezagados. En total, más de doce horas de concierto para algunos. Inverosímil se ve lo de llegar 10 minutos antes a un evento de grandes dimensiones como este.

Sin incidencias (los positivos hallados entran dentro de la lógica del dispositivo), el concierto empezó con un retraso de media hora y duró casi dos horas. El control de acceso era exhaustivo, con control de temperatura incluido en las puertas del Sant Jordi. Además de las citadas, las medidas de seguridad se limitaban a una mascarilla FFP2 obligatoria y la división de los 5.000 espectadores en tres bloques (también, claro, recorridos delimitados, ventilación reforzada...).

Un gran dispositivo, y costoso. El evento tenía un presupuesto cercano a los 200.000 euros, de los que entre 80.000 y 90.000 se recuperaron con la venta de las entradas. Los promotores (festivales y otros actores de la música en vivo) asumían, con ayuda de la administración y patrocinadores, lo que faltaba.