Ahora comprendo el funcionamiento de los relojes de arena. En ellos no se encierra el tiempo, sino el deseo. Miden el tiempo que dura nuestro deseo de que pase el tiempo que emplea la arena en pasar de una parte a otra del fanal para que pueda inaugurarse un nuevo tiempo en el que volvamos a desear que pase el tiempo que dura nuestro deseo de que pase el tiempo…