Con varios CD y DVD de la Orquesta Los Satélites sobre la mesa del despacho, el concejal de Fiestas defiende la programación general frente a las grandes citas aisladas.

-¿Qué mes de fiestas nos espera en la ciudad, contando con que no lo desluzca un agosto como el julio que acaba de finalizar?

-Casi nadie se acostumbra al clima que tiene, es una cosa curiosa: tú vas a Sevilla y los sevillanos se quejan del calor y nosotros nos quejamos de la falta de sol. No tiene por qué ser un determinante. Estoy convencido de que la gente participará.

-¿La lluvia no aguaría las fiestas más de lo que parece que las ha aguado la polémica sobre los conciertos?

-Todo en esta vida se puede ver desde muchos puntos de vista. Una persona puede pretender unas fiestas que duren tres días y en las que se vea algo fuera de serie, u otras personas que prefieren que haya treinta y dos días de fiestas con doscientas siete actividades.

-¿Le ha molestado personalmente la polémica?

-No, en absoluto. Creo que hacer excesivo hincapié en una parte solamente no es demasiado justo. Cuando hice una comparación de los conciertos que hubo el año pasado con un concierto en una plaza emblemática de Galicia al que nada más que fueron 2.000 personas -después me dijeron que eran 1.200- no quería menospreciar el concierto. Ni mucho menos al alcalde de la ciudad donde se produjo. Lo que quería decir es que a veces el público demanda cosas que no son exactamente las que los expertos pretenden. Puede haber un concierto de una incuestionable valía, pero que tienen menos repercusión que otro que a lo mejor es más normal.

-¿Están satisfechas las demandas del público con el programa de este año?

-Es lícito y humano siempre demandar más de lo que te dan. Ahora bien, partiendo de que son en total 32 días, de que son 207 eventos, de que en la plaza de María Pita hay 20 días con actividades y de que hay el dinero que hay, yo no puedo negar que estoy satisfecho. Dicho de otra manera: cuando empezamos a organizar las fiestas de agosto con el presupuesto que teníamos creí que no íbamos a llegar a conseguir lo que conseguimos. Si hay mucho acceso de público o poco acceso de público es la prueba que tengo que pasar.

-¿Se reduce a un concepto de rentabilidad económica?

-No, bueno. Dicho así puede resultar muy duro. Es verdad que hay que procurar dentro de lo posible la máxima calidad, pero la calidad se debe buscar más en los aspectos artísticos y culturales; en el aspecto festivo lo que debe primar es que la mayor cantidad de personas posibles lo pasen bien con un dinero determinado.

-Se le ha escuchado lamentarse de la disminución de la aportación privada.

-Todos tenemos que reflexionar. Pongamos el año 1990, cuando Prince vino a La Coruña. Prince congregó a 20.000 personas en ese espectáculo. Sin duda fue un espectáculo de una talla maravillosa. Yo lo pasé extraordinariamente bien. Pero en esa época no existía la Fundación Caixa Galicia o la Fundación Caixanova. Las entidades lo que hacían era patrocinar eventos, pero no tenían producción propia.

-Reconoce que disfrutó con Prince en su momento, ¿si se pone en el lugar de los jóvenes coruñeses no entiende que se puedan sentir decepcionados?

-Me parece injusto pensar que o viene Prince o esto es el acabose. Yo lo pasé bien, pero fue un día. En este momento sería absolutamente inabarcable, por muchas razones que no se quieren ver. No tememos un recinto cerrado. Segundo, el precio de ese concierto sería muy superior a todo el presupuesto de las fiestas.

-¿Usted no estaría dispuesto a prescindir de nada en el programa para ello?

-Ni prescindiendo de todo llegaría todo el presupuesto (1,4 millones de euros) para pagar el caché de uno de los que se suelen llamar grandes conciertos. Y no me parece razonable. En todo caso, además, a ese pretendido gran concierto irían 30.000 personas; el año pasado disfrutaron de las fiestas más de un millón de personas.

-¿Hubiera preferido de joven ver a Raphael antes que a Lou Reed?

-Con el Noroeste lo que se pretendió fue hacer tres días dedicados a tres públicos diferentes. No sé por qué hay que hacer las cosas pensando sólo en una edad. Yo estoy convencido de que el primer día van a ir adultos y menos jóvenes; el último día, que está dirigido a jóvenes más jóvenes, irá también gente adulta; y la duda es qué va a pasar el segundo día. Una opción que me propusieron era que Raphael cumple 50 años de profesión y era una buena ocasión para hacerle un homenaje. Yo no lo vi claro al 100%, pero una parte de los asesores me dijeron que era una buena opción, otros no. Veremos quién tiene razón, lo va a decir el público.

-¿Qué es de todo el programa lo que usted, como concejal de Fiestas, recomienda no perderse a vecinos y visitantes?

-Haría la recomendación de que se procurara ver uno de los conciertos de música ligera en la plaza y al menos uno de los de música clásica. También dar una vuelta por las casas regionales.