Nuevo curso y misma situación. La oferta de plazas de comedor tampoco se ha adecuado este año a la demanda existente, provocando que más de dos centenares de alumnos de la provincia de A Coruña hayan quedado excluidos de este servicio.

Sólo en el municipio de Cambre 94 familias se han quedado sin esta medida de conciliación de la vida laboral y familiar. Además, hay otras diez pendientes de que la Consellería cumpla su compromiso de ampliar las plazas.

Tres euros al día por cada niño. Eso es lo que le cuesta a la Xunta aumentar las plazas de comedor en servicios instaurados y con espacio disponible, según datos ofrecidos por el concejal de Educación en Cambre, Jaime López Lisnier. Por ello, en el colegio Portofaro en O Graxal II, con espacio suficiente en sus instalaciones, no comprenden porqué la Consellería no aprueba la ampliación del servicio en las 54 plazas, entre los dos, que necesitan. Los padres ya se han ofrecido a sufragarlo. Sin embargo, no han obtenido respuesta de la Administración autonómica.

Esta es la misma situación que se vive en el colegio Otero Pedrayo de A Laracha. la directora del centro asegura que las cuatro cocineras de las que disponen pueden asumir la elaboración de 27 menús más -tantos como niños excluidos- e indica que hay sitio en las mesas para albergarlos. Otra vez, la Xunta sólo tiene que aprobar la ampliación y abonarlos 3 euros por alumno al día que supone la beca.

En el Wenceslao Fernández Flórez, en la capital cambresa, la situación es diferente. No hay espacio en el comedor y Educación no acepta doblar el turno porque interrumpe el servicio de transporte.

Tras manifestarse en repetidas ocasiones y entrevistarse con políticos locales, las 40 familias que no han sido admitidas empiezan a perder la esperanza. Lo que más temen es que en la Administración autonómica no tomen nota de lo sucedido y se vuelva a repetir la situación el próximo septiembre por tercer año consecutivo.

Ahora, ya planean otras soluciones. El primer recurso, y más tradicional, son los abuelos. Pero en Cambre la desesperación les ha llevado a descubrir otra opción: una guardería privada cercana admite a los alumnos de infantil del Wenceslao Fernández Flórez en su comedor. Los padres, además de correr con este gasto, contratan a monitores que trasladan a los niños de un lugar a otro. El problema es que la escuela infantil también está al borde de sus posibilidades.

La falta de previsión fue una vez más la causante de que 41 familias del Centro de Enseñanza Infantil y Primaria de Sada y sus contornos se vieran sin servicio de comedor al inicio del curso. El Concello denuncia que, pese a avisar a la Consellería ya en el mes de mayo, el pasado 10 de septiembre caducó el convenio que permitía a los alumnos de este centro acudir a comer al Mosteirón, situado a 4 kilómetros de distancia.

"Estuvieron la primera semana sin servicio y luego conseguimos hacer un apaño y, sin nada escrito, con compromisos verbales", explica la edil de Educación de Sada, Raquel Bolaño, que se mantiene a la espera de que la Xunta le convoque para firmar la prórroga del acuerdo por el que las arcas municipales se hacen cargo del transporte, los padres de los monitores y la administración autonómica de los menús.

En Culleredo no sólo se enfrentan a la falta de plazas -se han quedado fuera 20 familias del Ría do Burgo, 43 del Isaac Díaz Pardo y 15 del Sofía Casanova-, sino también a las deficiencias en la calidad del servicio. El Anpa del Ría do Burgo explica que los menús, que financia la Xunta, se preparan en Bergondo y llegan al centro a las 12.15 horas. El último turno come tres horas después. La Consellería se comprometió a trasladar el catering a la Universidad Laboral, ubicada en el término municipal, algo que no ha ocurrido. "El año pasado íbamos a probar la comida sin avisar", explica la presidenta y añade que este año tendrán que volver a adoptar la mismas medida.