-Quedan dos meses para que expire el Plan Incite, que actualmente regulaba la carrera investigadora. ¿Tienen noticias del programa prometido por la Xunta actual para sustituir al del bipartito?

-No nos han planteado nada. Alguna vez nos hemos reunido con el director xeral y nos ha dicho que se está trabajando en un nuevo plan, pero nada más. En otras ocasiones, por lo menos se nos había avanzado algo, nos lo planteaban antes. Y ahora no conocemos ni las líneas que quieren seguir para diseñarlo.

-¿Están preocupados?

-Claro que te preocupa porque en la situación en la que estamos, desde el punto de vista económico, es importante saber por dónde van a ir las cosas. No sabemos nada en concreto, no sabemos cuáles programas van a cambiar y cuáles no. Y eso también condiciona la política de las universidades, porque si algo va a faltar, la universidad tiene que saberlo por si le interesa mantenerlo o no y actuar en consecuencia.

-¿Va a dar tiempo a tenerlo a principios de año?

-No sé, pero el propio trámite del plan va a tomarse su tiempo. Y después hay que realizar las convocatorias de cada beca. Están, por ejemplo, las becas María Barbeito, para hacer la tesina.

-¿La demora podría convertirse en peligrosa?

-Hay que ver qué consecuencias tiene. La investigación no puede parar. Parar significa volver a quedarse atrás. Recuperarlo es muy difícil. Estábamos acortando distancias con otros países y, si se detiene todo, no sé si se va a poder recuperar.

-Por otra parte, debido a la reforma laboral, hay investigadores con contrato en la universidad a los que, obviamente, no se les puede hacer indefinidos y se quedan en la calle.

-Sí, es cierto que la reforma laboral afecta en este sentido. Todas las universidades tienen investigadores contratados ligados a proyectos. Estamos intentando solventarlo porque no son contratos laborales al uso. Es cierto que la reforma deja un vacío y ha creado confusión. Pero tenemos razonables esperanzas en que se solvente durante la tramitación de la nueva ley de ciencia.