"Obedeceré como un recluta", mintió José Bono a Francisco Vázquez en 2004, cuando, siendo el uno ministro de Defensa y el otro alcalde de la ciudad, se planteó la posibilidad de ceder el cuartel de Atocha al Concello.

El Gobierno local señaló en aquel momento que su objetivo era destinar a fines culturales, sociales o educativos el inmueble y el alcalde se jactó de que la llegada de Rodríguez Zapatero a Moncloa le haría tener "las puertas abiertas en muchos ministerios".

Sin mucho atino, Francisco Vázquez aseguró que el asunto estaba "bien encauzado", aunque sí auguró con acierto un largo proceso: "Iremos con prudencia. Ni va a ser mañana ni dentro de diez años". Pues seis de ese decenio pasaron y no se ha dado ningún paso al respecto. "Va a ser en su momento y lo más pronto que podamos", calculó sin mucha exactitud el ex regidor, hoy embajador ante la Santa Sede.

Fue una propuesta vazquista apoyada incluso por los nacionalistas, al considerar que Atocha estaba "infrautilizado" y que era "la joya de la corona" de las instalaciones militares en la ciudad.

Pero no se demoraron mucho las autoridades castrenses en dejar claras sus intenciones: el Mando Regional Noroeste afirmó desconocer la existencia de conversaciones sobre la cesión del cuartel y destacó su necesidad para albergar a las unidades de apoyo de esta jefatura militar, hoy reconvertida en la cabecera de la Fuerza Logística Operativa.

"No es algo planteable", "es totalmente necesario para el Ejército de Tierra", "¿dónde meteríamos todo lo que tenemos allí?", "no hay ninguna previsión de abandonarla", "no existen contactos oficiales"... han sido las sucesivas respuestas con las que los responsables del acuartelamiento de A Maestranza han ido diluyendo cualquier esperanza para obtener el inmueble, aunque públicamente el Ejecutivo local lo siga demandando.