Las plazas de aparcamiento de la avenida Pablo Picasso y de las calles adyacentes serán suficientes tanto para los residentes como para quienes a diario realizan sus compras en la zona. Así lo prometió ayer el responsable municipal de Infraestructuras, Esteban Lareo, que, pese a reconocer la pérdida de numerosos espacios de estacionamiento en la zona con la construcción del corredor verde, destacó que la segunda fase del polígono de Elviña "dejará de ser el aparcamiento de quienes son de fuera de la ciudad y utilizan el barrio para dejar sus vehículos".

El edil y la oposición visitaron el barrio después de que este periódico denunciase el malestar de vecinos y comerciantes, que llegaron a reunir medio millar de firmas en contra de las obras en sólo dos días. Tras escuchar a los vecinos, el edil señaló que las quejas de los residentes "se deben a la desinformación de alguien que les trasladó diciendo que se eliminarían todas las plazas de aparcamiento e incluso que la avenida Pablo Picasso pasaría a ser de dirección única", algo que, aseguró, "puede comprobarse en el proyecto colgado en la página web del Ayuntamiento".

Lareo insistió en que el plan director "lleva estudiándose desde 2008" y que el proyecto -cuya ejecución se encuentra en la primera fase- no se va a modificar, "aunque sí se analizarán las problemáticas puntuales". En este sentido, el concejal de Infraestructuras explicó que los técnicos municipales "están revisando las peticiones recibidas", como son el acceso de la trabajadora del quiosco de la ONCE, la movilidad en la calle Alexander von Humboldt ante posibles urgencias y la confusión generada con los cambios en la ubicación de las paradas de autobús que se producen a diario. No obstante, el edil subrayó que "la gente aparta las paradas de autobús de un lado a otro y el Ayuntamiento no puede tener un policía local vigilando cada una de ellas".

Aunque Lareo aseguró que se reunirá de nuevo, por ejemplo, con la encargada del estanco, explicó que muchas de las quejas provienen (e indicó que ellos mismos lo admiten) de "la falta de costumbre existente a salir de casa y encontrarse con una obra de esta envergadura después de estar entre 30 y 40 años sin que se hiciese nada en el barrio".