La educadora social del Centro Atención Hogar de Cáritas, Paula Lobagueira, pone su número de teléfono -981 235 789- a disposición de todas las familias que quieran un servicio doméstico de confianza y a aquellas personas que quieran realizar este tipo de trabajo. La responsable del proyecto nota el descenso de demanda por la crisis y teme las consecuencias del cambio de régimen de esta actividad.

-¿Cómo creen que afectará la modificación de la ley?

-No sabemos lo que pasará. Se supone que desde la primera hora hay que cotizar por las chicas y no sé si mucha gente va a prescindir de ellas o si van a acatar el nuevo reglamento.

-¿Las personas que contratan este tipo de servicio están enteradas del cambio?

-Hay gente que no lo sabe aún. Yo ya se lo voy comentando a las ofertas que me están entrando ahora. A las chicas les influye porque si los empleadores cumplen la ley va a ser un beneficio para ellas porque es un contrato por escrito, estar de alta, pero, bueno, siguen sin tener derecho al paro y a otras prestaciones.

-Y las mujeres, ¿temen que puedan ajustar sus nóminas?

-Yo me imagino que los empleadores, si tienen que cotizar por ellas, van a reducirles el sueldo, eso sí que me lo temo. Y ya los sueldos son bastante bajos en el servicio doméstico... Por horas, el sueldo está en la actualidad en ocho euros.

-Hasta ahora solamente se cotizaba a partir de las veinte horas a la semana.

-Si, la ley no obligaba, pero el objetivo último del proyecto es regularizar el trabajo doméstico, así que siempre que las ofertas superaban el número de horas obligábamos a todo el mundo a cotizar. De todas las ofertas que entran y que la ley exige, les obligamos a darse de alta.

-¿Cree que muchos empleadores optarán por el pago en dinero negro?

-Va a seguir habiendo economía sumergida porque, aunque los empleadores tengan la obligación de avisar a la Seguridad Social para decirles que tienen una chica y darles de alta, va a haber mucha gente que no lo cumpla. Desde el centro intentaremos que todas las ofertas que lleguen al centro lo hagan, pero es un trabajo de concienciar a la gente, de convencerles y hacerles ver qué es lo mejor para ambas partes.

-La crisis se nota en la caída de la demanda.

-La gente que se puede ahorrar una chica de limpieza por horas, lo hace y limpia uno mismo. Ese tipo de ofertas han disminuido muchísimo, un 80%. Si te puedes ahorrar 100 o 200 euros al mes, lo haces. Hay algunos que no pueden costear el servicio o prefieren no tener la chica y tener otras cosas.

-¿Se nota el cambio en el perfil de las mujeres que acuden al centro?

-Ha aumentado el volumen de españolas que quiere trabajar en el servicio doméstico. Antes dábamos prioridad a las personas que se ofertaban por orden de llegada, pero ahora mismo se valora la situación individual de cada persona que viene al centro. Si tienes cargas familiares, la situación económica... para intentar ayudarlas. Hay algunas mujeres más vulnerables que otras.

-¿Qué buscan en este proyecto estas personas?

-Las que vienen a este centro saben que sólo es trabajo doméstico, así que vienen muchas que ya tienen una casa y quieren completar el horario y otras que no tienen ningún trabajo y que quieren trabajar en esto. Además, nosotros atendemos a personas con y sin papeles, y la gente que no tiene documentos sólo puede trabajar en el servicio doméstico.