Siete meses después de la retirada de los nueve cuadros de Vicente Carducho del Museo de Belas Artes para su traslado al monasterio de El Paular, la pinacoteca coruñesa, dirigida por Ángeles Penas, presentó ayer los diez cuadros enviados por el Museo del Prado en sustitución de las obras del artista italiano.

-¿Qué gana y qué pierde el Museo de Belas Artes con la llegada de estas diez obras y la partida de los nueve carduchos?

-Creo que el museo gana en calidad y no solo en cantidad. Ganamos en la capacidad de mostrar ante el público la pintura del XVII español. Antes teníamos esas obras fantásticas, impresionantes en tamaño que eran los cuadros de Vicente Carducho, pero que habían sido pintados para el monasterio de El Paular. El Museo del Prado tomó la decisión de devolverlos allí, y nos pusimos a trabajar sobre ello porque vimos la posibilidad de completar nuestra colección, que tenía unas lagunas muy importantes. Gracias al contacto que mantuvimos con El Prado conseguimos cubrir en parte esas lagunas, temáticamente y con obras de firma.

-Pero los carduchos eran prácticamente el símbolo de este museo.

-Sí, el edificio se construyó pensando en estas obras y el impacto inicial de su pérdida fue muy fuerte. Nos planteamos qué hacer, pero resultó ser una oportunidad de potenciar nuestra colección sobre las dos tablillas de Rubens que exponemos. Ahora podemos contextualizar la propia historia de estas piezas, unos bocetos de Rubens que después pintó en gran formato por encargo real para la Torre de la Parada, el pabellón de caza de Felipe IV y en el que el artista colabora con un equipo de pintores de procedencia flamenca. Tres obras de las que recibimos son de los que trabajan para la Torre de la Parada, y eso nos permite entender qué era esa torre, qué sentido tenían las tablillas de Rubens y la importancia de la temática mitológica en esa época.

-¿Cómo encajan estas nuevas obras en el recinto que antes albergaba los carduchos?

-La sala donde estaban esos cuadros es de grandes dimensiones, porque estaba pensada y construida para ellos, y no es fácil encontrar obras de gran tamaño que sean de interés. En este caso fuimos capaces, porque hubo voluntad por parte nuestra y desde El Prado. Además, dentro de las pinturas mitológicas intentamos que estuviera presente la figura de Hércules, para vincularla a la ciudad.

-¿En qué régimen legal se encuentran estas diez piezas? ¿Se trata de una cesión con fecha de caducidad?

-El Museo del Prado puede decidir, pero forman parte de nuestra colección permanente en grado de depósito, con un tiempo no límite.

-¿Estaban los nueve carduchos en la misma situación?

-Sí, la titularidad era del Museo del Prado y lo fue desde su origen por los cambios en la concesión de los museos de España. Lo importante de este tema es el entendimiento entre las dos instituciones, que favorece a Belas Artes y abre las puertas a una mayor colaboración con El Prado, que es fundamental y puede ayudar a dar a conocer nuestro patrimonio cultural.

-¿Cuándo supieron que el Ministerio de Cultura planeaba llevarse los carduchos?

-Nos habían llegado mensajes desde hacía un par de años, pero no les dimos más importancia. Después empezamos a trabajar en esa posibilidad, que fructificó cuando nos dijeron que el levantamiento del depósito era definitivo. Ahí el equipo del museo se puso a trabajar muy a fondo, conociendo los inventarios de El Prado y planteándoles posibilidades. Hablando con ellos llegamos a un acuerdo.

-La decisión de la Pinacoteca Nacional provocó una airada reacción desde el Concello y la Xunta.

-Eso fue bueno, porque todas las instituciones de la ciudad y Galicia se pusieron de acuerdo buscando un bien común, que era favorecer al museo como institución pública cuya finalidad es poner el patrimonio al alcance de la sociedad. Fue un diálogo estupendo y ojalá se pueda repetir muchas veces, porque todos salimos muy beneficiados, la propia ciudad, la Xunta y, sobre todo, el museo.

-¿Qué pieza destacaría entre los diez nuevos depósitos que presentó ayer el museo?

-Los jugadores de naipes, de Rombouts, es un cuadro magnífico. A lo mejor no es el que llama más la atención pero es una obra volcada al detalle, con influencias de pintura flamenca y con un tema que en el XVII empezaba a tener mucho auge. Me parece un cuadro grandioso, por la firma y por el acabado, pero quizá me quede con La caída de Ícaro, de Gowy, tiene una fuerza expresiva perfecta para entender el barroco y lo que era el mundo mitológico.