Analizaron los barrios en los que viven, se pusieron la venda en los ojos y unas ruedas por piernas, quisieron sentir el mundo como si se acabasen de despertar y no entendiesen las señales y se dieron cuenta de que la ciudad no es perfecta, de que no es cómoda para todos, así que fueron reuniendo errores de diseño y dándoles una solución. Son los alumnos de la profesora Mayra Carretero, tienen entre nueve y diez años y cursan cuarto de Primaria en el colegio Santa María del Mar.

La ONCE no incluyó su trabajo entre los ganadores del concurso Haz tu barrio accesible, en la fase provincial, porque el formato entregado no era el adecuado, aunque el jurado decidió que el esfuerzo de intentar hacer un barrio perfecto en el que no hubiese problemas de acceso para las personas con discapacidad, merecía una mención especial.

"Dividimos la clase en cinco grupos de cinco niños y uno de ellos recibió esta mención (el formado por Enrique Vilariño, José Rama, Manuel Aba, Alfonso Benedetty y Fernando Martínez) pero fue un proyecto en el que trabajamos todos", explica la coordinadora del proyecto, Mayra Carretero, que comenta que, una vez que los niños acabaron de escribir sus cuentos, explicando cuáles eran los mayores impedimentos que se encontraban los vecinos de sus barrios para ir de un sitio a otro, se dieron cuenta de que su propio trabajo no era accesible, así que tuvieron que tirar de imaginación, de favores y de tecnología para que sus historias fuesen universales.

En sus trabajos denuncian que no todos los semáforos tienen sonido, para que los ciegos puedan cruzar sin miedo a ser atropellados, se quejan de que hay señales demasiado complicadas y que las personas con discapacidad intelectual no las entienden, que hay barreras arquitectónicas en casi todas las esquinas y eso no les gusta, así que todos sus cuentos acaban bien, los abuelos que se mueven en sillas de ruedas tienen rampas y a las niñas que se pierden y que no entienden las señales siempre las encuentran vecinos que las llevan a casa.

"Hicimos varias versiones de los mismos cuentos para que fueran accesibles a todos. Nos bajamos un programa de Braille de internet y, al imprimir, como nos salían los puntitos sin relieve, cogimos un punzón y los abultamos para que los ciegos pudiesen leerlos, los niños trajeron muñecos de casa para hacer diapositivas que acompañamos con texto, hicimos otra versión con pictogramas para las personas con discapacidad intelectual y le pedimos a una profesora, que nos enteramos de que sabía lengua de signos, que nos signase las historias, además también las leímos para los ciegos", explica Carretero. No es la primera vez que los niños participan en este concurso, el año pasado ya habían intentado ganar.