Andrés García Vilariño tomará este domingo las riendas de dos parroquias fundamentales en la ciudad, la de Santa María del Campo y la de Santiago. Este nuevo cargo se añade a una dilatada carrera en el seno eclesial que le ha llevado a presentar el programa Santa Misa de la TVG y a ejercer como delegado episcopal de Apostolado Seglar en la Diócesis de Santiago de Compostela. Además, es profesor en la Universidad de A Coruña.

-¿Qué espera de su nuevo cargo como párroco de Santa María del Campo y Santiago?

-No espero nada en particular, simplemente que pueda acompañar a toda la gente de la parroquia creciendo todos en la fe y en el compromiso de todos los cristianos de mejorar nuestro mundo. Ahora mismo no puedo hacer proyectos sin contar antes con los feligreses.

-¿Cómo ve el estado de la religiosidad en A Coruña?

-Eso es sobradamente conocido, sabemos que el mundo secularizado en el que estamos viviendo tiene unos condicionantes que hacen que la práctica de la fe vaya siendo cada vez más minoritaria. Sin embargo, gana cada vez más en velocidad, en compromiso y en autenticidad. Aunque hay círculos de la sociedad que ya no se solidarizan como antes con la práctica religiosa. Se están produciendo cambios que no debemos obviar.

-¿Cómo va a ser su relación con los fieles de la ciudad?

-Básicamente, como la de un amigo y un hermano. Yo sé que, a veces, la imagen del sacerdote es la del padre, incluso la gente nos llama de este modo. Pero el mismo Papa Francisco está indicando que el acercamiento del sacerdote a sus fieles no va tanto de arriba abajo sino más bien de igual a igual, más en la idea de la fraternidad que de la paternidad. Yo esto lo siento y lo quiero vivir así.

-¿Qué opina de la ley Wert de educación? ¿Cree que la religión debe ser computable para la media como lo son las matemáticas o el inglés?

-Nadie se extrañará de que yo esté completamente de acuerdo con la medida. Si la religión está en el aula como una asignatura normal tiene que ser computable y evaluable y, al mismo tiempo, responder a una programación de contenidos por competencias a alcanzar. Por tanto, debe ser evaluable, si no no sería una asignatura, sería otra cosa. La clase de religión no tiene el fin de conseguir fieles o adoctrinar, es una clase en la que se adquieren saberes que son claves para comprender muchos ámbitos de nuestra cultura. Para comprender las composiciones de Bach, la arquitectura o la historia de Europa el cristianismo es más que necesario.

-¿Tiene alguna idea de cómo mejorar la adhesión a su iglesia de más fieles? ¿Alguna actividad especial o un programa nuevo?

-No tengo una idea en particular, si la tuviese ya la habría hecho pública hace tiempo. En cuanto me incorpore a la parroquia tendré que ir desarrollando ideas y planificando todo con las personas que colaborarán conmigo. Cualquier actividad que pueda ser social o culturalmente interesante será valorada.

-¿Cómo va a compaginar su trabajo en la parroquia con el resto de sus obligaciones como el programa Santa Misa?

-Malamente pero tendremos que multiplicarnos. Espero que a partir del próximo curso Santa Misa pueda estar en manos de otra persona porque una renovación siempre es buena y necesaria.

-¿Qué le diría usted a una persona para convencerla de acudir un domingo a su iglesia?

-En primer lugar, que si quiere conocerme tendrá que ir por allí. Y en segundo lugar, lo más importante, es que acerque por allí porque merece la pena una visita aunque solo sea para conocer todos los puntos de vista. Y, por último, que si tiene alguna inquietud en el corazón vengan porque serán escuchadas.