Los vecinos que todavía residen en los terrenos del parque ofimático solicitan al Gobierno local que designe a un nuevo mediador para darle carpetazo al conflicto con el que conviven desde hace ya más de veinte años. Y es que el decano del Colegio de Abogados, Antonio Platas, fue designado por el Ayuntamiento para asesorar a las familias del ofimático ante su inminente desalojo, pero ese mismo día, el 19 de junio, sufrió una indisposición que le mantiene hospitalizado desde entonces.

Los afectados por la construcción del parque de viviendas lamentan que Platas no se haya recuperado, pero denuncian que se sienten "indefensos" ante la construcción del parque y al saberse okupas en sus propias casas, ya que sobre ellas pesa una orden de derribo para continuar con la construcción del polígono residencial.

El Gobierno local asegura que no hay "novedades" sobre este tema y apuesta por la misma estrategia que ha mantenido durante meses, la de reunirse con los afectados para llegar a "soluciones colectivas o individuales". Según una de las portavoces del Gobierno local, el Concello aboga, como solicitan los vecinos, por una solución "conjunta" pero que, si esta vía no es posible, se tratará "caso por caso" hasta conseguir zanjar el tema.

Estos vecinos, convertidos ahora en promotores de viviendas, le pidieron al alcalde, Carlos Negreira, que se reuniese con ellos para hacer de mediador, pero aseguran que ninguna de sus demandas encontró solución. "Nos mandaron contratar a un perito externo para que nos valorase las parcelas, gastamos mil euros y nos dio el mismo precio que la Xunta, 410 euros por metro cuadrado y, ahora, Urbanismo nos dice que hay promotores que las dejan a 200 euros, pero nosotros, con ese dinero no hacemos nada, no podemos construir otra casa y, entonces, nos dijeron que nos podíamos ir de alquiler. Esa es la solución que nos dan", se queja Fernando Piñeiro, el yerno de uno de los afectados, Manuel, que tiene 87 años y que espera todavía a que le llegue la carta que le notifique la orden de derribo de la que ha sido su vivienda durante décadas y de la que, legalmente, ya no es dueño, aunque viva en ella.