Hubo una época en la que Bugs Bunny se disfrazaba de Hitler para burlarse de un Germann Göring que buscaba sosiego cazando en la Selva Negra durante la II Guerra Mundial. Lo hacía en Herr Meets Hare o El Último Disparo (Friz Freleng. Warner Bros, 1945), una de las trece películas que el cineasta Ignacio Benedeti proyectará esta tarde en el CGAI (Durán Loriga, 10) a partir de las 20.30 horas.

La sesión Animación Prohibida: Os 13 Censurados estará precedida por una charla explicativa del fundador de la productora local IB Cinema, seguida por el visionado de trece películas que fueron censuradas por su contenido políticamente incorrecto. Documentos de animación publicados entre 1929 y 1946 que fueron borrados del mapa por United Artists en 1968 o recortados por el Código Hays en 1934. Benedeti las recupera en su versión original y "con gran calidad", pese a contar con positivos de más de cincuenta años.

"Las bromas de tipo racista eran habituales en aquella época", matiza el miembro numerario de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, que en primavera mostrará estas películas a la sede de la Academia en Madrid. De ahí que películas como Coal Black and de Sebben Dwarfs (Bob Clampett, 1943) -traducida como Negracarbona y los ziete henanitoz en español-, divulgase con total normalidad una versión del clásico de Blancanieves con personajes afroamericanos estereotipados y parodiados.

Pese a su contenido, Bendeti, junto a otros críticos, la sitúa como una de las mayores obras maestras de la historia de la animación en cuanto a su banda sonora, cargada de jazz y soul. "Además de ser el mejor cartoon musical de la historia, es el paradigma de lo políticamente incorrecto", afirma.

La de Clampett es una de las últimas en incorporarse al listado compuesto por reliquias como Eveready Harton in Buried Treasure (1929), King Netpune (Walt Disney, 1932), Los Viejos Campos de Algodón (Hugh Harman y Rudolph Ising. MGM, 1935), Jungle Drums (Dan Gordon y Max Fleischer. Paramount, 1943) o Un Cuento Ruso (Bob Clampett, 1945).

Una nómina de autores que sentaron las bases de la animación, no solo en el caso de Walt Disney, sino también en el de Hugh Harman y Rudolph Ising. Los dos fueron trabajadores de Disney durante su etapa en Kansas City -previa a su traslado a California-, pero lograron fundar años más tarde los estudios de animación de Warner Bros y Metro Goldwyn Mayer.

Buena parte de las películas estrenadas en los cuarenta albergan fines propagandísticos, en los que el Pato Donald, Bugs Bunny o unos siniestros gremlins rusos se enfrentan a los nazis. "Algunos deberían ser de obligado visionado, pero ahora Alemania es un importante socio comercial de Estados Unidos y no hay que enfadarlos", reconoce divertido el productor.

La jornada se cerrará con un documento que Benedeti consiguió del Departamento de Educación de El Paso, Texas. "Disney casi entra en bancarrota varias veces porque no obtenía ingresos de Europa, por eso se vio obligado a hacer películas promocionales para distintas compañías". Una de ellas fue The Story of Menstruation, visto por primera vez en español hace más de sesenta años y de nuevo hoy en el CGAI.