"Unos temporales vacían de arena y otros pueden arrastrarla e impulsarla, dependiendo de sus características", comenta el profesor de Ingeniería Hidráulica Juan Román Acinas sobre el estado actual de la playa del Matadero, en la que se aprecia un volumen de arena mayor y que, según este experto, puede deberse a la acción de los últimos temporales. Acinas explica que los oleajes muy intensos pueden llegar al fondo del mar y arrastrar arena depositada en profundidad para luego dejarla en la orilla, como pudo comprobarse con las olas que alcanzaron el paseo, las vías del tranvía y la calzada. La playa perdió buena parte de su arena por la fuerza de los temporales de noviembre pasado.

El profesor señala que los temporales habituales no tienen fuerza suficiente para depositar la arena y lo que hacen es arrastrar la de la línea de costa y depositarla en el fondo a poca profundidad, por lo que las playas van perdiendo volumen hasta que en verano regresa a la playa seca. Aunque en los temporales de las últimas semanas se ha incidido en la altura de olas, Acinas advierte de que también influye el periodo, la frecuencia con la que llegan y la distancia en cada una de ellas, ya que eso influye en el volumen de agua que se desplaza.

Otro factor que destaca este experto es la duración de los temporales, puesto que en uno de los de este invierno "la boya de Estaca de Bares estuvo más de 24 horas con olas de 8 metros de altura, que es una barbaridad en cuanto a duración". Tras los efectos del oleaje en las playas de la ciudad, en las que ha cumulado una gran cantidad de arena que incluso ha sepultado las escalinatas y las duchas, Acinas recuerda que será necesario acondicionar los arenales para que puedan ser utilizados en verano, pero que además habrá que desarrollar "una actuación para poder mejorar las condiciones a medio o largo plazo". El profesor pone de relieve que la regularidad con la que se producen los temporales fuertes es de dos años y medio, por lo que estima que en ese periodo "habrá de nuevo una invasión del paseo por la arena".

Juan Ramón Vidal, catedrático de Geodinámica Externa en la Universidad coruñesa, coincide en el diagnóstico sobre el nuevo aspecto del Matadero, ya que afirma que los temporales "sacan la arena del fondo adyacente a la playa y la empujan contra la muralla, que es lo mismo que ha pasado en Riazor y el Orzán". Vidal considera que si en lo que queda de invierno no hubiera ningún temporal más, probablemente la arena depositada ahora se quedaría ahí, pero que otra tempestad o una fuerte resaca pueden llevársela "porque como mucho puede haber un metro de acumulación".

"Lo que hay que hacer es salvar la ciudad, por lo que tendrían que plantearse prolongar la muralla que se interrumpe en la Coraza, porque hay que evitar que la ciudad se vea en un brete cada año", manifiesta Vidal, para quien "el problema de la ciudad no es la playa, sino las olas metidas en la ciudad". Con esa solución, "se evitarían problemas en las construcciones y las calles", según este catedrático, que sugiere instalar rampas en lugar de escaleras para facilitar el acceso si se construye el muro, que debería ser costeado por el Estado.

Vidal recuerda que el ingeniero Jaime Arriandaga, antiguo responsable de Costas en la ciudad, hizo construir al lado de las Esclavas un dique que creaba una piscina natural en Riazor y era partidario de crear una escollera sumergida para romper las olas. Aquel dique fue demolido al construirse el paseo marítimo por orden de Eduardo Toba, que consideró que no era ecológico. En cuanto al proyecto de instalación de gradas en el paseo marítimo de Riazor, destaca que la balaustrada se destruye en las zonas más bajas, "lo que indica que en esas zonas siempre habrá un ataque de las olas".