Gregory Kunde (Kankakee, 1954) es conocido por ser el único tenor de la historia que ha cantado el Otello de Verdi y el de Rossini en la misma temporada. Los próximos jueves y sábado encarnará a Manrico, protagonista de la ópera Il Trovatore de Verdi. A las 20.00 horas en el Palacio de la Ópera.

-¿Cómo se ha preparado para interpretar a su personaje?

-Tienes que estudiar la historia, tienes que saber quiénes son todos los personajes en la obra, y saber por qué tu personaje está haciendo lo que hace. Para mí, esto es lo primero. Luego, aprender la música, y cantar, es algo que lleva en torno a tres semanas, si se toma el papel desde cero. Pero, tras aprender la parte cantada, tienes que saber qué quieres hacer con el personaje. ¿Quién es él? ¿Quién es Manrico?

-¿Y qué aspectos del personaje quiere destacar?

-Me es difícil interpretarlo ahora, porque Manrico tendría que ser una persona muy joven. Es una persona muy impetuosa, quiere mucho a su madre, y haría cualquier cosa por ella, incluso por encima del amor de su vida, Leonora. Es muy apasionado, pero, al mismo tiempo, un hombre buscado. E, incluso aunque él no lo sepa que su hermano es el Conde, tiene mucho de él, actúan de forma muy parecida. Es una gran historia, y la música es? ¡guau! Lo hablábamos ayer en una cena con todos los cantantes. Si no tienes cuatro o cinco cantantes realmente, realmente fantásticos, no hagas esta ópera. Somos muy afortunados, aquí en A Coruña. No creo que puedas encontrar mejores cantantes para esta ópera, son fantásticos. Es gracioso, pero para mí los dos mejores barítonos en el mundo son españoles, Juan Jesús Rodríguez [que actúa en la obra] y Carlos Álvarez.

-Usted empezó a cantar a Verdi con la carrera ya avanzada.

-Sí, muy tarde, para los estándares de hoy, pero creo que ahora es el momento justo. Realicé bel canto durante 25 años, y fue una experiencia muy importante para cantar a Verdi. Empecé a sentir la voz diferente, más grande y expansiva, hace unos nueve o diez años. Pero no empecé a cantar a Verdi hasta 2010. Cuando estaba estudiando, al principio de mi carrera, mi maestro me dijo: tienes que esperar. Y le pregunté: '¿hasta cuándo?'. Y me dijo: 'hasta los cincuenta'. Tenía veinticinco años, aquello fue: 'oh, dios mío, tengo que esperar otros 25 años'. Pero tenía toda la razón.

-La primera vez que cantó en Europa, se le quebró la voz.

-(Ríe) Fue en la ópera de Niza, en Los pescadores de perlas. Había estado preparándome durante semanas, estaba listo para cantar, salí al escenario muy confiado, y en la primera nota que canté se me quebró la voz (ríe). Fue muy poco propicio. Las cosas mejoraron después de eso (ríe).

-¿Cómo está considerado el Palacio de la Ópera coruñés?

-Lleva teniendo nombre internacional muchos años. No puedo hablar por los Estados Unidos, porque no estoy allí mucho, pero en Europa se conoce que vienen muchos buenos cantantes y hay muy buenas producciones. Y la Sinfónica es muy conocida por su calidad.

-Pese a la calidad, sigue siendo difícil acercar al público más joven a la ópera, por lo menos aquí en España.

-Hay muchos que opinan que para atraer a los jóvenes a la ópera tienes que tener jóvenes en la ópera. No puede estar más alejado de la realidad. Cuando los jóvenes van a la ópera no lo hacen porque quieran ver estrellas de cine. Ya van al cine para ver eso. Vienen a la ópera para escuchar algo que nunca han visto antes. La primera vez que escuché una ópera, en Viena, fue una revelación. No quería ir, [imita con gestos que alguien lo arrastra]. Fui, escuché 30 segundos, y me quedé [pone la boca abierta]. Era Salomé de Strauss. Era algo que nunca había escuchado antes. La ópera es un sentimiento visceral. Hablé una vez con un club de amigos de la ópera. Todos eran gente mayor, de entre 50 y 75 años, siempre venían a la ópera. Les dije: 'Si tenéis un nieto, un hijo, una hija, traedlos a la ópera. Arrástradlos si es necesario, pero traedlos'. Solo necesitan ir una vez.

-En una entrevista dijo que le asustaba Wagner.

-¿Qué me asusta Wagner? No, no me asusta. Pero no es de mi gusto, actualmente. Es una música fantástica, pero hoy en día lo que me interesa es la música italiana.

-Usted ha cantado en Estados Unidos y en Europa. Allí no se suele abuchear...

-No, pero está empezando (ríe). La gente que abuchea tiene que estar realmente ofendida. El público estadounidense es muy conservador, si en el escenario se ve una escena de sexo pueden abuchear. Pero nunca vi que abuchearan a un cantante o a un director.

-¿Se nota entonces la diferencia con Europa?

-Al público europeo? Le gusta o no le gusta. Los italianos son muy famosos por abuchear, porque tienden a conocer más.