La soprano italiana Barbara Frittoli protagoniza hoy Suor Angelica, de Giacomo Puccini, que se representa hoy en su versión de concierto a las 20.00 horas en el Palacio de la Ópera junto con El castillo de Barbazul de Béla Bartók.

-La obra se ha visto como una alegoría del purgatorio para su personaje, una monja que añora a su hijo perdido.

-Es el purgatorio en la tierra. Ella da a luz, no vuelve a ver a su hijo, y descubre que murió dos años atrás sin que lo supiera. Es la cosa más terrible que le puede pasar a una madre. Se suicida solo para estar con él, y entonces se da cuenta de que está condenada, porque es cristiana, e cree que irá al infierno. Es como estar en el purgatorio, sí.

-Usted misma es madre.

-Cuando hice la obra en el Metz, mi hija tenía la misma edad que el niño muerto. En la última escena, miré hacia la parte de atrás del escenario y allí estaba mi hija con mi exmarido, despidiéndose porque tenían que coger un vuelo a Italia. Tenía que hacer la escena en la que me envenenaba. Me vine totalmente abajo, fue terrible.

-¿Qué es lo mejor de la obra?

-La música, es fantástica. Puccini toca y habla a los corazones de la gente, inmediatamente. No necesitas entender lo que se dice. Como Verdi, llega directamente a la gente con la música.

-¿Puccini se inspiró en la Divina Comedia

-Puedo creerlo. Puccini tuvo una vida muy particular. Tenía una hermana mayor en un convento, y fue allí a leer la historia de Suor Angelica a las monjas. Se las leyó y, al final, todas las monjas estaban llorando y rezando, se lo puede imaginar.

-¿La ópera ha ayudado a preservar la cultura italiana?

-Sí, eso espero (ríe). Los compositores italianos son los que más se cantan y representan en todo el mundo. Aunque nuestro Gobierno está recortando en cultura. Tenemos mucha suerte, porque hay otros países que aman mucho este arte, y si nuestra ópera sobrevive en un futuro se lo tendremos que agradecer. Japón, Estados Unidos, están haciendo mucho por la ópera. También España, donde hay muchos teatros. También los hay en Italia, pero allí la gente no entiende nada de la música clásica, no está preparada. En Austria, la gente va leyendo la música de los salmos que se representan en la iglesia. En Italia no sería posible. Es muy triste.

-Estudiaba música clásica con nueve años. De adolescente, ¿le interesaba solo este género?

-No. Yo era punk, tenía las sienes rapadas, una cresta verde? En uno de mis primeros conciertos, con 17 años, canté música sacra en una iglesia con la cresta peinada a un lado. Amo toda la música. Voy con mi hija a escuchar a Beyoncé o Lady Gaga. Después de un poco los oídos me hacen bong, bong? Me encanta escuchar a Sting, Queen?

-Empezó en la música estudiando piano. ¿Sigue tocándolo?

-Sí, ocho años. Y no, no, ya no lo toco, mire mis uñas.

-¿El canto le resultaba más fácil y divertido?

-Sí. Bueno, tuve que estudiar. Tenía una voz natural, me era fácil, pero, si no estudias, en el caso de que te duela la cabeza o cualquier otra cosa ya no puedes cantar, porque no sabes qué hacer. Tuve un buen maestro que me enseñó la técnica.

-¿Es muy importante la figura del maestro?

-Es básica, fundamental. Con 12 años estaba en el coro del conservatorio, entre 600 niños, y el maestro se fijó en mi voz y me sacó a primera fila. Me desesperé, porque mis amigos quedaban en las filas de atrás y ya no podía seguir hablando con ellos. Con 17 años él llamaba por teléfono a mis padres, les decía: 'ya sabéis que tiene que cantar'. Ellos me preguntaban: '¿quieres cantar?'. Y yo: 'No, no', y el maestro: '¡pero tiene que hacerlo!'. Realmente me empujó.

-Algunos critican que la ópera en la actualidad se haya ido por el camino de la espectacularidad.

-La gente debe tener un poco más de respeto. Entiendo que quieran hacer algo diferente. Acepto que se represente una ópera con un concepto más moderno si hay una razón, algo lógico, si no matan la música o la historia. Si haces Turandot en Las Vegas, ¿qué intentas contarme? La gente pasa a no entender el mensaje original. Esto es importante, es cultura, es lo que somos. Esta gente viola la ópera. Si haces algo moderno con una idea, está bien. Pero si lo haces simplemente por la espectacularidad, para asombrar a la gente, eres un estúpido, y estás matando la ópera.