El objetivo es reducir los accidentes, que los más pequeños hagan suyas las señales de tráfico y que induzcan a sus mayores a seguir las normas. Así que el colegio Wenceslao Fernández Flórez se está convirtiendo, poco a poco, en un pueblo en miniatura en el que pequeños y mayores tienen que circular, cederse el paso, evitar adelantamientos en vías estrechas y hasta meterse en rotondas para poder cambiar el sentido de la marcha.

"En el colegio A Solaina, de Narón, hacen un proyecto similar desde hace unos diez años. Nosotros no queríamos copiar y pegar sin más, sino desarrollar un proyecto propio", explica la coordinadora de Educación Vial del Concello, la policía local Silvia Castro. Y así, con la implicación del profesor de Educación Física Alfonso Muñiz, que ya había trabajado en A Solaina, el colegio Wenceslao Fernández Flórez ha empezado a cambiar de aspecto. "Los niños, de manera intuitiva, siguen las señales y se corrigen entre ellos", explica Silvia Castro, que destaca que algunos todavía no han recibido formación específica sobre seguridad vial, pero que conocen el significado de las señales y procuran aplicarlo en su día a día.

Muñiz comenta que, en el centro, creían que los resultados tardarían en llegar pero, dos de los objetivos que perseguían, los han conseguido ya, que el centro sea "más silencioso" y que no haya "empujones" ni carreras por los pasillos. "Yo creo que los niños van a cuidar más el colegio, porque las señales las hacen ellos y nadie quiere romper algo que haya hecho", plantea Muñiz, que destaca la colaboración de toda la comunidad educativa del colegio.

Cuenta el director del centro, Manuel Souto, que el proyecto va creciendo con el paso de los días, que los pasillos y escaleras tienen, cada día, más cinta que los divide en carriles de subida y de bajada, que tiene rotondas y que, con el tiempo, podrá haber "multas, rehabilitaciones, puntos... porque eso siempre gusta a los niños", sentencia Souto.

La adaptación ha comenzado en el edificio en el que están los alumnos de entre cinco y doce años, aunque durante este curso se aplicará también en el inmueble de Educación Infantil.

Asociadas a este proceso de cambio físico y de normas de comportamiento en los pasillos hay también otras actividades, como la creación de una mascota, Forito, que es un semáforo, y la utilización de las glorietas como espacio expositivo para los trabajos de clase.

Ahora Silvia Castro, Guillermo Sánchez -que está haciendo las prácticas del grado de Educación Social en este proyecto- y el colegio se marcan como objetivo llevar de excursión en bicicleta por la ciudad a todos los alumnos de sexto de Primaria -medio centenar-, que vayan escoltados por los agentes del 092 en bicicleta y por miembros de Protección Civil.

"Queremos que vean que no es difícil ir hasta el centro en bicicleta y que interioricen que es un medio de transporte viable en la ciudad", explica Castro que, para esta actividad, quiere contar, además, con los padres o abuelos de los alumnos. Se suma, además el guía Suso Martínez, que ofrecerá una explicación, también en bicicleta, a los participantes en la excursión sobre algún aspecto de la historia de la ciudad. En esta actividad se involucrará también la Concejalía de Mobilidade Sostible, para que todos los niños que carezcan de casco o bicicleta puedan contar con material para hacer la actividad con sus compañeros.

Esta es una experiencia piloto que el Concello pretende implantar en más centros escolares y, con ello, "mejorar la conducta vial" de pequeños y mayores.