La Banda Municipal coruñesa fue fundada en 1946 y su primer concierto tuvo lugar en 1947; está a punto de cumplir 70 años. Ello significa atesorar una sostenida tradición como representante de un sector musical de la ciudad. Sector de enorme importancia, ya que estamos hablando de un público fiel, de unos mil espectadores, que no coincide totalmente con el de la Sinfónica y en el que, además, se produce la continuidad generacional ya que son muy numerosos los niños que acuden a los conciertos junto con sus padres. A lo largo de los años, la Banda ha llevado la gran música a una parte muy importante de los ciudadanos coruñeses. Y en muchas ocasiones ha acentuado importantes aspectos didácticos, que tal vez se podrían recuperar. Todo ello es un tesoro que hay que cuidar para que no se pierda nunca. Ahora, ha venido un nuevo director, que además ha sido nombrado con el consenso de los músicos integrantes de la agrupación. En el concierto inaugural, pudo apreciarse que Valero goza de su simpatía y admiración. Y parece haberse ganado también las del público. Ha realizado un precioso concierto, muy interesante, donde pudo observarse el excelente nivel artístico que tiene la agrupación, mérito innegable del hasta ahora director, José Luís Represas. Los metales, en la Fanfarria para el hombre de la calle, de Copland; el conjunto de clarinetes, en la larga y reiterativa New York counterpoint, de Reich; el ensemble jazzístico, en el notable Preludio, Fuga y Riffs, de Bernstein (piano, Javier Ares, y solista, Jorge García Porral, ambos excelentes); clarinetes, violonchelos y contrabajos, en una refinada y difícil transcripción (de Fernando Bonet) del célebre Minuetto, de Boccherini; y toda la agrupación -plena de sonoridad- en la Sinfonietta Flamenca y la Soleriana, ambas de Carlos Suriñach. Esta última, una preciosa obra sobre páginas del Padre Soler (incluido el célebre fandango) fue saludada con una salva de aplausos y exclamaciones de entusiasmo. Y un bis: la repetición del Minuetto, de Boccherini.