El martes 19, el mismo día del concierto, los componentes del Trío Grumiaux se desplazaron desde Bélgica hasta nuestra ciudad; el 20, retornaron a su país. Hicieron el viaje exclusivamente para su actuación en A Coruña porque aquí se sienten como en casa. De hecho, concluido el acto musical, se dirigieron directamente a una conocida jamonería de la calle de La Franja para reponer fuerzas tras un concierto agotador. Como verdaderos conocedores. Para el público coruñés son ya como de la casa porque han venido varias veces y siempre recibidos con gran entusiasmo. El pasado martes no fue una excepción. Realizaron un precioso y original programa con dos tríos que se interpretan raramente -los de Smetana y Liszt (insólito, sobre todo este último)- y el maravilloso trío de Dvorak, que lleva el sobrenombre de Dumky. Koch, Dewez y Devos fundaron el Trío Grumiaux en 1992, de manera que tocan juntos desde hace 24 años. Eso se nota en la perfecta sincronización, la exactitud y el impecable balance sonoro. Los tres son extraordinarios como intérpretes individuales e integran un verdadero conjunto de cámara: equilibrado, preciso y de excepcional calidad tímbrica. El público aplaudió con calor y además en progresión ascendente, como un largo regulador del volumen que ponderase la intensidad de los aplausos y de las exclamaciones de aprobación. Tales manifestaciones, que alcanzaron su máxima intensidad tras el Trío de Smetana, fueron correspondidas con un bis maravilloso: el primer movimiento del Trío con piano número 1 en Re menor, opus 49, de Mendelssohn, tocado con una enorme intensidad de sentimiento.