Antonio García Contreras, propietario de Foto Artús, tiene entre sus gallinas de su finca de Santa Cruz (Oleiros) algunos ejemplares un poco especiales. Son algo más pequeños que las autóctonos, algunas poseen unas plumas prominentes en los laterales de la cabeza que recuerdan a unas patillas, y, lo más extraño de todo, ponen huevos verdes. Se trata de gallinas araucanas, una especie nativa de Chile, y llegaron a manos de García como regalo de un empleado de su laboratorio de fotografía, que los adquirió por internet. "Los compré por la curiosidad" explica el trabajador.

Según explica el veterinario Jesús García, conocido por protagonizar en la Televisión de Galicia el programa Os días de Suso, la coloración se debe "a un pigmento llamado biliverdina, un subproducto de la hemoglobina de la sangre que le da color azul o verdeso a los moratones y a la bilis". Las araucanas, y las razas chinas dongxiang y lushi, tienen un gen que provoca que el pigmento esté presente en las cáscaras de sus huevos.

Se cree que las araucanas producen esta sustancia debido a un retrovirus, el EAV-HP, que se incorporó a su acervo genético de sus antepasadas y provocó una mutación. "Pero esto no quiere decir que los animales estén enfermos, para nada", explica Jesús García, "incluso sus huevos tienen algo menos de colesterol que los de otras razas". En otras especies de gallina se encuentran coloraciones exóticas, como el marrón oscuro o el rosa, en los huevos de ejemplares sanos.

Además de por la coloración de sus huevos, las gallinas araucanas también han recibido la atención de la comunidad científica porque comparten genes con aves del Extremo Oriente, y pueden indicar que hubo contactos entre Asia y América en época precolombina.

Antonio García lleva sesenta de sus ochenta y un años trabajando en Foto Artús, y aún recuerda cuando usaba productos de granja, como el aceite, para fidelizar a los clientes.

"Si alguien venía a revelar un carrete le regalaba un conejo vivo", cuenta el empresario. Esta campaña recibió las felicitaciones de la Asociación Española de Cunicultores, pero, en los años ochenta, tuvo que cambiar su estrategia de promoción debido a las protestas de los animalistas. "Unos ecologistas denunciaron y me mandaron a la Policía Autonómica", explica el comerciante.