La suerte no es precisamente la compañera de viaje de la ría de O Burgo, que en los últimos años se ha visto invadida por lodos contaminantes y ha visto reducida de forma drástica su capacidad para criar moluscos. El estuario ha sido víctima además de toda clase de vertidos tóxicos que han dañado seriamente la producción marisquera y, justo en el día en que el Concello coruñés le dedica una calle, se conoce la existencia de una nueva presencia de hidrocarburos en las aguas que obliga a cerrarla al marisqueo. Y todo ello sin que aún se sepa cuándo comenzarán los trabajos para extraer los residuos contaminantes.