El temporal de viento y lluvia, a nivel de alerta naranja, volvió a dejar ayer huellas en el litoral coruñés, además de en la costa de la comarca. De nuevo en la bahía, donde el fuerte oleaje llegó hasta la calzada del paseo marítimo y obligó a cerrar un tramo durante dos horas, entre los Salesianos y Rubine, casi un kilómetro de extensión. Permanecerá cortado al paso de los peatones hasta esta mañana porque a primera hora serán necesarios trabajos de limpieza de arena. Este temporal no se manifestó con la virulencia del de febrero pasado, ya que el mobiliario urbano no sufrió destrozos.

En otros puntos costeros como San Roque, O Parrote y San Amaro o el dique de abrigo, cerrado y con olas que pasaban de un lado a otro, también se dejó notar el ímpetu del mar y el viento. El nivel del agua rozó el borde peatonal o lo sobrepasó en Santa Cruz y Santa Cristina, con sonoros golpes del agua contra el hormigón.

El peor momento en la ciudad se produjo con la pleamar, al borde de las siete y media de la tarde. Los agentes ya impedían pasar a vehículos y personas desde las 18.25 hasta las 20.30 horas. Solo algún coche circuló a poca velocidad en el carril más alejado del mar en dirección a la plaza de Pontevedra.

El cierre temporal de la circulación en el paseo coruñés provocó saturación de coches en el túnel de la Marina y en la calle San Andrés. En el vial subterráneo fue crítica la franja horaria entre las ocho y las nueve, hasta el punto de que los vehículos que entraban en el túnel por la plaza de As Atochas tardaban un cuarto de hora en asomar a la superficie en la avenida do Porto. La próxima pleamar será hoy a las 8.00 horas. Hay alerta amarilla.

La espectacularidad de las olas y su invasión al terreno de los peatones y los coches volvió a sorprender a los coruñeses que paseaban por el paseo marítimo. Protegidos desde los soportales frente a las playas del Orzán y Riazor sacaron sus móviles para hacer fotografías.