Los mariscadores de la ría de O Burgo han perdido en todo el año doce días de trabajo, casi todos por alto nivel de hidrocarburos en el estuario. Calculan que, por cada jornada que no pudieron bajar a faenar, dejaron de ingresar entre 80 y 90 euros. Son, aproximadamente, unos cincuenta trabajadores, por lo que las pérdidas de este año superan los 50.000 euros.

Los mariscadores volverán mañana al trabajo. Saben que, aunque vuelvan a meter esos días que perdieron en el plan de explotación, no van a conseguir recuperar el dinero que, entonces, dejaron de ingresar. "Como mucho, la mitad", sentencia el presidente de la Agrupación de Mariscadores a Pé de la ría de O Burgo, Andrés Pena. La explicación está en las mareas.

Y es que el primer cierre del año, el que dictó el Instituto Tecnolóxico para o Control do Medio Mariño (Intecmar) el 17 de febrero y que no se levantó hasta principios de marzo coincidió con mareas "muy buenas", de esas que suben y bajan mucho y permiten a los mariscadores trabajar durante más tiempo y en más superficie.

La ría de O Burgo encadenó en apenas treinta días dos cierres seguidos. El 20 de abril, el estuario estaba afectado por toxina, por lo que el Intecmar vetó la extracción de bivalvos. Diez días después, cuando los resultados dieron negativo para toxinas, se elevaron los indicadores en el análisis de hidrocarburos. Así que, la ría ya no llegó a abrir. Lo hizo el 11 de mayo, pero los mariscadores no retomarán su actividad hasta mañana, también por las mareas, porque no eran propicias para la práctica extractiva. En este último cierre de la ría, los trabajadores perdieron siete jornadas de actividad y, en el anterior, cinco, todos buenos.

"Los días los podemos recuperar, pero el dinero no", resume Andrés Pena, que reclama que se siga investigando el origen de estos vertidos contaminantes a la ría. "Si hubiese un culpable, nos tendría que compensar, pero estamos en una situación en la que solo nos toca pagar, sin tener ninguna culpa", comenta Pena.

Como todos sus compañeros de trabajo, no se conforma con la explicación que dio la Xunta al incremento de los niveles de hidrocarburos en la ría, de que procedían de un "origen difuso", es decir que llegaban a la ría después de episodios de fuertes lluvias.

"Debe estar complicado, porque están haciendo análisis en varios sitios, pero nunca dan con la solución", dice Pena, que señala un hecho diferenciador de este cierre. "Normalmente, se daban en febrero y no en mayo", comenta e presidente de la agrupación. En 2015, por ejemplo, hubo un veto de quince días en febrero, después unas jornadas en las que el estuario estuvo abierto y, el 7 de marzo, se decretó un nuevo cierre, éste mucho más grande que el anterior, ya que en sus primeros días afectó a toda la ría coruñesa, desde la Torre de Hércules hasta Mera. Los mariscadores tuvieron que esperar un mes para poder retomar su actividad.

Desde que entró en vigor la nueva normativa europea que regula el contenido contaminante que cada bivalvo puede tener para ser apto para el consumo humano, en 2012, los cierres en la ría de O Burgo han sido más frecuentes, sobre todo, en los primeros meses del año.

Los mariscadores denuncian que están sufriendo las consecuencias de un problema que ellos no han generado y que tiene que tener un responsable. "No es como los cierres por toxinas, ahora que empieza el calor es más normal que se tenga que cerrar por eso, pero no por hidrocarburos", explica Pena. Los trabajadores han solicitado en varias ocasiones ayudas a la Consellería do Mar para poder paliar esta situación, aunque nunca les han sido concedidas. Se quejan de que, a pesar de no haber causado esta situación de cierres constantes, tienen que seguir haciendo frente al seguro y a las cuotas.