Dice José Manuel Calviño, del servicio municipal de Protección Civil, que cada vez, "hay menos rescates" en las playas de la ciudad porque se trabaja más "en la prevención" y se atajan antes las imprudencias, a pesar de ello, sigue habiendo nadadores que desobedecen las indicaciones de los socorristas o bañistas que empiezan a nadar y se alejan de la orilla sin medir sus fuerzas para volver.

Para situaciones así, en las que falta el "sentidiño", están los socorristas de las playas que, ayer, aprovechando el cielo encapotado del mediodía y la ausencia de bañistas en los arenales, hicieron dos simulacros en la Coraza, uno del lado de Riazor y, el otro, del del Orzán.

A pesar de que había banderas rojas, que prohíben bañarse a los asiduos a Riazor, uno de los socorristas -a quien dejó una moto acuática cerca de la Coraza- simuló que se había cansado de nadar y que estaba teniendo serios problemas para volver a tierra. Sus compañeros, desde la arena, le divisaron y se prepararon para ir hacia él. Le alcanzó un socorrista que nadaba con la ayuda de unas aletas que se colocó y se quitó dentro del agua y un flotador amarillo. Después, le prestó apoyo una moto acuática en el que iban el piloto y un rescatador, que se metió también al agua para ayudar a su compañero a subir a la camilla a la víctima.

Una vez acomodado este fingido bañista imprudente en la prolongación de la moto acuática, el socorrista se le subió encima para protegerlo con su cuerpo y evitar que se lastimase en el trayecto que les restaba para llegar a la playa. El socorrista que había llegado nadando hasta el bañista y que le había atendido en primera instancia regresó a la arena del mismo modo.

Del otro lado de la Coraza, la intervención fue diferente. La protagonizó un bañista que, supuestamente, no había atendido a las indicaciones de los socorristas, que le habían indicado que no se podía bañar tan cerca de la zona pedregosa que separa Riazor y Orzán. Entonces, por las corrientes empezó a tener problemas para regresar a tierra, por lo que uno de los socorristas se tiró al agua, con sus aletas y su flotador y con un cable amarillo de 53 metros que le mantuvo en contacto en todo momento con sus compañeros para hacer más fácil el regreso a la orilla. En este caso no fue necesario utilizarlo, pero la Coraza tiene un enganche en el que los socorristas pueden fijar el tirante de rescate y ayudar a volver a tierra a los que están en el mar.

Según Calviño, es un sistema parecido al que se utilizó en el rescate de un bañista en San Juan, aunque, en ese caso, el tirante fue "humano", ya que varios voluntarios unieron sus manos para devolver a la orilla a los rescatadores de un joven que se había tirado al agua. "La imaginación también ayuda", explica y concluye que "todos los rescates son diferentes".

Es por ello por lo que los miembros del servicio municipal que presta servicio en las playas realiza simulacros casi a diario. "Esto es como todo, cuanto más practiques, mejor te va a salir", comenta Calviño que, además, apunta a que los socorristas nadan "todos los días" para mantener la forma, incluso cuando la temperatura del agua "no invita" a hacerlo.

La zona de la Coraza está identificada como uno de los puntos débiles de las playas de Riazor y Orzán. "Aquí lo habitual es que te tires de dos a cinco veces por semana, porque las rocas llaman mucho, sobre todo a los niños, porque hay pececitos y cangrejitos y les llaman la atención, por eso, este año, hemos aumentado la zona con bandera roja, para que se vea bien y para poder evitar, en lo posible, esas intervenciones", comenta Calviño.

En esta ocasión no fue necesario el apoyo de los Bomberos ni de Salvamento Marítimo, ya que las intervenciones fueron cerca de la orilla, pero en otro tipo de sucesos, como el de una embarcación a la que se le incendia el motor, es necesaria la colaboración de otros cuerpos.