Daniel Torres es uno de los exponentes destacados de la Nueva Escuela Valenciana, heredera de la tradición francesa de la línea clara y el gusto por la temática aventurera. En su reciente obra, La Casa, el autor repasa la evolución de las viviendas a través de la historia del ser humano. Hoy firmará sus obras en el Kiosco Alfonso de 12.00 a 13.30 horas.

-La arquitectura es una constante en sus obras, pero en la última, es el centro de veintiséis historias. ¿Por qué decidió hacerlo en este momento de su carrera?

-Tengo una carrera muy vasta detrás y puedo plantearme proyectos complicados porque ya tienes muchos conocimientos, y el apoyo de una editorial detrás, que da mucha tranquilidad. La tesis que he planteado desde mis comienzos de que la arquitectura es un personaje más, la quería desarrollar ampliamente, por eso los protagonistas de este libro son los espacios a través de la gente que los habita.

-Aunque se trata de un solo libro, cada una de las historias parece funcionar como una obra independiente, con su propio estilo.

-Lo que tenía claro es que no debía repetir una fórmula única de narración. Yo sabía que, si hacía eso, yo me iba a aburrir y el lector igual. Así que cada historia tiene una forma distinta de ser contada y un aspecto gráfico distinto. Son historias independientes pero, como el tema es común, hay una especie de hilo invisible que las traspasa a todas.

-¿Continúan siendo las viviendas una radiografía fiable de los diferentes grupos sociales?

-Se ha diluido bastante la tesis que plantea el libro de que si tú quieres saber cómo es una persona tienes que interrogar a su casa, pero aún así sigue siendo bastante válida. Las formas de habitar son distintas ya, porque hay mucha movilidad, obligada un poco por este mundo laboral terrible que nos ha tocado a todos.

-En La Casa ha pasado de la reflexión individual de su anterior obra, Burbujas, a la colectiva.

-Este libro es menos personal en ese sentido. Burbujas era un poco autobiográfico y en La Casa soy la mano que dibuja, el verdadero autor es la propia casa.