Los arqueólogos volverán al castro de Elviña. El Concello recupera el mismo proyecto licitado en 2014 pero cuya contratación tuvo que ser anulada el agosto pasado tras el recurso de una de las empresas aspirantes y por "un error no subsanable" en la tramitación. Tras un año sin noticias, el proceso se reactiva para concluir la última fase de los trabajos en el lugar, cuyo objetivo principal es consolidar los restos como un yacimiento visitable, según fuentes municipales, a partir de todo el trabajo hecho durante los últimos setenta años en el lugar. No se trata de abrir nuevas líneas de investigación y excavación sino de hacer que tenga "rentabilidad social".

Actualmente hay unos 6.300 metros cuadrados excavados, una mínima parte del conjunto arqueológico. Trabajarán sobre ellos durante ocho meses. El plazo estimado de los trabajos de campo es de cinco meses, a los que se suman otros tres para concluir la memoria técnica y realizar labores de interior como el tratamiento y catalogación de las piezas que se encuentren. El proyecto establece que en la intervención participarán 44 personas durante el trabajo de campo y otras 13 en el gabinete. El presupuesto base de licitación es de 824.777,61 euros, financiados en parte por el Ministerio de Fomento.

El castro coruñés tiene, para los redactores del proyecto coordinado por el arqueólogo municipal, Marco Antonio Rivas, unas "condiciones de partida excepcionales para convertirse en un elemento patrimonial de primer orden". Sin embargo, prosigue el análisis, "no se ha conseguido por el momento rentabilizar socialmente su condición de elemento patrimonial sobresaliente". En esta línea, fuentes municipales explican que la intención es que convertirlo en el "complemento perfecto" para la Torre de Hércules. ¿Cuáles son los motivos? En primer lugar, las limitaciones para acceder al yacimiento, "lo que dificulta su correcta socialización"; y en segundo lugar, "la falta de un conjunto estructural coherente que sea atractivo para el público". La filosofía es no tanto proseguir con la investigación arqueológica como homogeneizar todas las campañas anteriores con la meta de "dotar una mayor facilidad de lectura posible para el público, evitando elementos confusos o poco claros".

"Tras un notable impulso excavador e investigador en los años que van desde 2002 hasta la actualidad, en este momento se impone, como línea de actuación básica, la necesidad de articular un proceso de homogeneización de la información de las distintas campañas y, sobre todo, la ejecución de un acabado arqueológico de las áreas excavadas", señala el documento de la memoria, que reconoce que la mayor parte de las áreas de trabajo definidas están "más orientadas a la conservación que a la investigación". La idea, según este resumen, es estabilizar las áreas excavadas en campañas anteriores con el objetivo de "facilitar el mantenimiento" y preparar el castro para que tenga "un mayor rendimiento social" en el futuro.

El castro de Elviña lleva años sin trabajo de campo, limitándose en los tres últimos ejercicios a preparar este proyecto, que incluye un primer diagnóstico de su estado de conservación. En este sentido, los arqueólogos llegan a una serie de conclusiones, que la empresa analizar con mayor profundidad para la correcta conservación del conjunto. Han detectado una serie de alteraciones estructurales cuya problemática debe ser "evaluada y registrada rigurosamente" durante la intervención para velar por la "integridad física y estética".

El proyecto adelanta que, entre otros problemas, se observan desplomes y deformaciones plásticas puntuales, desaparición del material pétreo y argamasas que lo cohesionan, falta de material en cimentaciones "con el consiguiente riesgo de derrumbes" y "distorsión de la ruina" por los aportes materiales acumulados de actuaciones anteriores.

Hay también "alteraciones contextuales", las de "mayor incidencia" por estar siempre presentes. Lo principal, considera el documento, es el control global de la gestión de la circulación del agua, el control de los encharcamientos y el de la vegetación para minimizar su incidencia sobre los restos arqueológicos.