La segunda jornada de limpieza del banco marisquero de Abella, que llevaba sin actividad varios años, no ha sido todo lo productiva que los mariscadores esperaban. Preveían retirar unos 22.000 kilos de residuos, como el primer día, pero la recogida de mejillón silvestre se paró cuando llegaron a las doce toneladas, ya que solo disponían de un contenedor y lo llenaron "enseguida". No en vano, a esta segunda jornada de trabajo acudieron 35 mariscadores -en la primera habían sido 29-.

La Xunta había consignado cuatro contenedores para el almacenaje de residuos de este primer parque de los tres que los mariscadores incluirán, cuando estén saneadas, en su plan de explotación. La empresa pública Seaga, que es la que les proporciona a los trabajadores los contenedores y la maquinaria necesaria para ejecutar la limpieza, tuvo un problema técnico y solo les facilitó durante la jornada de ayer un contenedor. Los mariscadores prevén que necesitarán hasta cinco depósitos para almacenar todo el material retirado del fondo de estos tres parques.

No es el único problema que han tenido los mariscadores en los dos días de trabajo de limpieza del banco Abella, ya que tienen todavía un tema por resolver con la empresa Seaga: el de la separación de residuos. Seaga defiende que no todos los materiales extraídos del fondo de la ría pueden mezclarse con los mejillones silvestres, que representan el grueso de la materia retirada. Los trabajadores alegan que no tienen inconveniente en poner la materia orgánica en un contenedor y el resto, en otro, pero que, para eso, la empresa tiene que facilitarles depósitos para almacenar estos residuos.

"No vamos a dejar los metales en el fondo de la ría", asevera el portavoz de los mariscadores, Manuel Baldomir. Los trabajadores prevén terminar en un par de días las labores de extracción de mejillón salvaje y, tras esa operación, removerán el sustrato para airearlo. Cuando terminen, solicitarán permiso a la Consellería do Mar para regenerar otro de los parques privados cuya concesión ha caducado. La tercera parcela ya no contará con trabajo manual, ya que la empresa Seaga la hará con máquinas.