"Es triste que algo que estuvo casi cien años en la ciudad y que fue una referencia de la experimentación agrícola no dejara algo material", opina Xosé Antón Fraga sobre la inexistencia de ningún recuerdo sobre la Granja Experimental de A Coruña, una institución fundada en 1888 y que desapareció en 1964. El centro será el objetivo de una exposición que se instalará en el Fórum Metropolitano a partir del próximo lunes por iniciativa de la Agrupación Cultural Alexandre Bóveda y la asociación de vecinos de A Gaiteira Os Castros, con el fin de recuperar la memoria de lo que Fraga, que pronunciará una charla sobre este tema el día 14, considera el primer centro científico de la historia coruñesa.

"Lo único que había de ciencia en Galicia a finales del siglo XIX eran la Universidad de Santiago y la Granja Experimental", explica este divulgador científico, quien recuerda que en esa época en España se decidió incorporar la ciencia a la agricultura mediante la creación de granjas en las que se realizaran experimentos. La Diputación coruñesa logró que se instalara una en A Coruña en terrenos de lo que aún era el municipio de Oza y que se conocían como la Huerta del General, una superficie de 16 hectáreas que se extendía desde lo que hoy es la fuente de las Pajaritas hasta la estación del ferrocarril por un lado y Monelos por el otro, aunque en 1931 se le escindió una parcela para levantar la Casa Cuna. "Fue una pena que no se conservaran el edificio de la dirección y algún otro que tenían un toque modernista muy interesante", se lamenta Fraga, puesto que hoy no quedan vestigios, "aunque dicen que hay unos sauces en la plaza de Isaac Díaz Pardo que pertenecieron a la Granja".

El centro no operó realmente hasta 1897 y sus trabajos se destinaban a Galicia y Asturias. "Allí se hacía ciencia cien años antes de que hubiera Universidad en A Coruña y había sensibilización ambiental cuando aún no se hablaba de medio ambiente", destaca Fraga, quien cita la existencia de terrenos de cultivo dedicados a la experimentación en la propia granja y el exterior en los que se cultivaban trigo y maíz para ver qué variedades se adaptaban mejor al terreno, tras lo que las semillas mejoradas se entregaban a los campesinos, una de las cuales fue un maíz híbrido que se llamó Coruña.

La llegada del veterinario Juan Rof Codina a la ciudad como inspector en 1910 también fue trascendente, ya que colaboró durante años en la búsqueda del tipo de vaca ideal para una familia gallega, para lo que se crearon concursos en los que se seleccionaron ejemplares durante años que dieron lugar a la raza rubia gallega, a la que Xosé Antón Fraga define como un "producto de laboratorio" que fue después distribuido entre los ganaderos.

Otro hito fue el viaje realizado en 1913 por el director a Inglaterra para traer el lúpulo que se plantó en Betanzos en colaboración con la familia Rivera, con la que trabajaron durante años para fomentar este cultivo, básico para la producción de cerveza. En 1928 se creó además una estación de fitopatología para investigar sobre enfermedades de plantas que contó con el prestigioso científico Juan Rodríguez Sardiña entre sus miembros y ocho años antes abrió en la Granja la Escuela de Peritos Agrícolas, lo que lleva a Fraga a afirmar que A Coruña fue en ese tiempo "la capital agrícola de Galicia".

La divulgación fue desde el principio una de las preocupaciones de la Granja que inició en 1899 la edición de un boletín sobre sus logros, dio charlas a agricultores en sus instalaciones y por toda Galicia en las que enseñó toda clase de técnicas agrícolas y permitió la visita de sus instalaciones para difundir sus experiencias. "Mientras no hubo una táctica adecuada para acercarse a los agricultores, los discursos de los expertos no tenían consecuencias", advierte Fraga sin embargo, por lo que cuando los técnicos comprendieron el problema y tuvieron en cuenta las condiciones reales de los campesinos y cómo adaptarse a ellas consiguieron establecer una relación con ellos y unos resultados muy importantes en las prácticas agrícolas y ganaderas.