Domingo Barba es miembro de la directiva de la Cámara de Comercio, apuesta por el equilibrio en el sector para que convivan las grandes superficies comerciales con los negocios de toda la vida y que cada uno encuentre su sitio.

-¿Dónde se concentra actualmente el comercio en la ciudad y por qué ha acabado configurándose así?

-Antes, el comercio se concentraba en la calle Real y en San Andrés, en los años 60, 70 y 80, con escasa actividad. De pronto, surgió El Corte Inglés, que cambió el destino de la ciudad. El entonces presidente de la Cámara, Claudio San Martín, tuvo una idea genial, que fue unirse a él en vez de luchar en su contra. No iban a ser hermanos, pero sí que podían ser amigos y se les ocurrió la idea a cuatro de hacer el centro comercial Cuatro Caminos, que fue un éxito. Como toda brillante idea, se la copiaron en toda España. Tenía 60.000 visitas un sábado y 35.000 un día de semana.

-¿Y qué pasó?

-Copiaron la idea y la fundieron. Cuatro Caminos tenía los locales que tenía y nacieron los otros centros comerciales que fueron los que generaron confusión. Dolce Vita, tristemente ya cerrado; Espacio Coruña, que parece que va aguantando bastante bien; Cuatro Caminos va resistiendo con dignidad; y Marineda, que llega aquí para dar un puñetazo en la mesa. El problema en A Coruña es que había locales vacíos, pero no de grandes dimensiones. Inditex y Mango, por ejemplo, necesitaban locales grandes para crecer y no los conseguían en la calle Real ni en la plaza de Lugo. Hicieron sus tanteos en los otros centros comerciales y, cuando llegó Marineda, que les ofreció todo el espacio que quisieran, se fueron para allí. Eso volvió locos a los clientes porque ya no sabían ni a dónde ir. El cliente fue el que empezó a marcar las tendencias, porque ir a Marineda todos los días no tiene sentido cuando todas las tiendas de ropa las tienes en la ciudad. Se consolida como un centro de ocio de fin de semana y para compras grandes. A partir de ahí todo el mundo empezó a diseñar sus estrategias. Inditex dijo: "me voy de algunos centros comerciales y me posiciono en la calle porque me van a volver loco, hoy aquí, mañana en el outlet, pasado en el puerto exterior..." Entonces quisieron montar su buque insignia en la plaza de Lugo.

-Con un concepto similar, de espacio grande y en la plaza de Lugo nació la Fnac, ¿quién siguió a quién?

-Sí, Fnac, que era un extraño en la ciudad, vio que estaba todo el mundo como loco buscando locales en el centro y que se estaba renovando la plaza de Lugo, entonces decidió irse para allí. Inditex cogió las otras esquinas. En este caso, las casas son modernistas, muy bonitas, tipo palacete y muy grandes, porque eran de gente rica, así que los locales también son grandes, a diferencia de los de la calle Real. La gente que quería expandirse en la calle Real no podía hacerlo porque los bajos son muy pequeños. Cuando llega el Ensanche, que creció la ciudad de esta manera, la gente decía: "¿y ahora, para dónde crecemos?", porque en esa zona no se puede hacer más comercio porque no hay más locales y piden mucho dinero por ellos. Inditex apuesta por la plaza de Lugo, porque entiende que será el epicentro de la ciudad y, en vez de crecer hacia los lados, lo hace hacia arriba. Ahora, cualquier tienda del grupo Inditex, vivas donde vivas, la tienes cerca. Está en los centros comerciales de las afueras, en los urbanos como Cuatro Caminos, y en el centro; y el resto de las tiendas, lo que quieren es ponerse a su lado. No garantizan el éxito, pero sí flujo de gente, después que entren o no ya es cosa tuya.

-Estas son las grandes áreas comerciales pero, ¿cómo está el comercio en los barrios de la ciudad? ¿Se mantiene o cada vez cierran más locales y se apuesta por la hostelería?

-La calle Barcelona, por ejemplo, estuvo de moda, hoy ya no, porque el comercio ha cambiado mucho. Antes era más familiar, de proximidad, donde una familia mantenía un negocio durante dos o tres generaciones. Normalmente, quien decidía montar un negocio antes buscaba un local cerca de su casa porque los transportes antes eran los que eran y, si le iba bien, podía ampliar. Mal nos iría si no respetásemos el comercio de cercanía. Las grandes empresas nacieron como negocios familiares si no hubiesen tenido el apoyo de sus clientes y no hubiesen sido ellos mismos vivero de éxito, no hubiesen llegado a lo que son. Nacen en los barrios y desarrollan su actividad allí, pero hace muchos años cuando querías una marca tenías que ir a Pascual. El que tenía las marcas estaba en el centro y el comercio de barrio no llegó más allá porque en cuanto crecía un poco, su ilusión era venirse para el centro. Tan pronto triunfaban, normalmente, desaparecían del barrio. El problema es que, con tanta polarización, ¿qué queda para los barrios? La frutería, una tienda de moda muy especializada y poco más, con todo el respeto del mundo, que son muy necesarias, pero creo que nadie si se tiene que comprar ropa va a los barrios, va al centro y, así, se van desertizando. Pero los barrios no dejan de ser el vivero de los negocios, por eso los barrios ahora están sacudidos. Creo que ha habido una mala planificación, no se ha sabido mantener un equilibrio razonable en el comercio. Si quieres una ciudad de servicios, dótala de aparcamientos y comodidades, pero no le metas la artillería pesada de centros comerciales que se le ha metido. Cuando algo se desequilibra no es bueno. Yo creo que se hizo con buena voluntad, sin querer destruir a nadie y con el ánimo de hacer la ciudad más fuerte económicamente, pero los hechos dicen que no fue así. Fueron momentos de expansión en los que se vendía todo lo que había en el escaparate. No podemos dimensionarnos excesivamente porque se nos va la cabeza.

-¿Se ha perdido la esencia del comercio en la ciudad, la que lo hacía diferente a otras, con la llegada de las franquicias y de las grandes superficies?

-Antes había inventiva y había que reinventarse, ahora ya las franquicias piensan por ti, te dan un soporte de compras muy grande, publicidad... Es una manera de hacer negocio muy lícita, pero hay demasiada gente por medio que tiene que ganar y yo creo que, si funcionas con la franquicia, también lo puedes hacer solo con una actividad similar. A Coruña tiene un comercio muy bueno, porque tenemos la meca de los que están triunfando en el mundo, como Inditex, o haber tenido a Caramelo, por ejemplo, es una suerte. Las tiendas que tenemos en la ciudad son un lujo, si Inditex no hubiese nacido aquí y no estuviese aquí, a lo mejor las tiendas que tenemos no nos corresponderían.

-Llegados a este punto, ¿cómo puede evolucionar ahora el comercio de la ciudad?

-Depende de las generaciones. El secretario general de Inditex, Antonio Abril, lo dijo una vez y tiene toda la razón: que es un error que las empresas no preparen su sucesión. Una empresa si es muy grande no tiene problema, pero una pequeña sí, porque el día que se jubilen los dueños tienen que malvender o cerrar si no tienen a quien dejárselo. Planear la sucesión tiene sentido, además, porque los jóvenes tienen ideas nuevas y dinamizan mucho. El éxito es de los jóvenes y son los que venden.

-Hace años nació una zona comercial en el barrio del Orzán ligado también a la juventud, ya que, pese a estar en el centro, los alquileres eran baratos y el área se revitalizó, aunque no duró mucho. ¿Qué factores externos hacen que funcione o deje de hacerlo una localización comercial?

-En estas calles el problema fue que los locales eran muy pequeños, con aceras estrechas; automáticamente, la gente lo reconoce como incómodo. Todo lo que sea dinamizar es bueno, pero aquí llueve. Pasear por la calle lloviendo es incómodo, hacerlo por una acera estrecha, todavía más, si llevas un cochecito o vas con un perro, peor todavía. El cliente lo que pide es confort. Estas zonas no funcionaron porque los clientes no quisieron.

-Hay un debate siempre sobre la mesa cuando se habla de comercio: ¿peatonalización sí o no?

-No lo sé, pero tengo mi opinión. Yo creo en el equilibrio. Si peatonalizas una calle tienes que dejar otra que le dé servicio. ¿Cómo hacen los transportistas si está todo peatonalizado? Yo creo que peatonalizar ayuda al comercio que no tiene que hacer entregas, al que tiene que hacerlas, lo destroza. Estamos siempre preocupándonos de si peatonalizamos, de que hay obras en las calles... y después nos da igual que un Amazon o una empresa china, rusa o vietnamita, da igual, desde cualquier parte del mundo, monte algo brutal y, tal como están ahora las comunicaciones, tengas en 24 horas lo que has comprado por internet desde tu casa. ¿Cómo nos vamos a proteger de esto los comerciantes? Hay que reestructurarse porque el futuro ya está ahí.