Unos pingüinos que no parecen la decoración de una tienda de congelados sino una especie autóctona de A Coruña, un perro al que arrulla su dueña y las bufandas que nunca dan el calor suficiente, un matrimonio que pasea, como cada día, por la acera y que apura el paso y el bastón para intentar llegar al verano un poco más rápido, antes que los demás, si es posible...

La ola de frío ha dejado para el recuerdo imágenes en las que sus protagonistas intentan combatir la sensación de haber sido congelados, de que sus huesos se mueven un poco peor. Cinco minutos en la calle Barcelona se pasó el jefe de fotografía de LA OPINIÓN, Víctor Echave, retratando el frío en las caras, los gorros con pompón y las manos cubiertas de guantes de colores. Cinco minutos fueron suficientes para captar miradas de termómetro famélico de grados. Fran Queiruga, de Roller Agencia, eligió la fuente de los surfistas para ver capuchas puestas, aunque no lloviese, y las calles del centro y terrazas del centro, en las que hay cabezas bajas y dedos ateridos al intentar teclear un mensaje urgente.

Pena de nieve.