La primera renta social municipal se concedió en diciembre del pasado año a una mujer de 65 años. De nacionalidad cubana pero nieta de gallegos, esta vecina perdió el derecho a recibir la Renta de Inserción Social de Galicia (Risga) al superar los 65 años. A esa edad, la mayor parte de los beneficiarios compensan la pérdida de la ayuda autonómica con el cobro de la pensión no contributiva, que en 2016 llegó a 367,90 euros al mes. Sin embargo, al no llevar en España diez años -este mes de marzo ha cumplido los seis- tampoco tenía el derecho a recibirla. "Me quedé sin ninguna ayuda y entré en una situación impresionante, desesperada", aseguraba emocionada en diciembre, tras conocer la noticia de que recibiría la prestación.

Esta mujer no cuenta con familia en la que apoyarse en A Coruña y solo gracias a las ayudas municipales pudo continuar pagando la habitación del piso compartido en el que reside. De la renta social se enteró por la prensa y se puso en contacto con una de las trabajadores sociales del centro cívico de Monte Alto. La renta social obliga a quien la recibe a participar en itinerarios de inserción social y laboral. Ella, con 65 años, lo compensará colaborando en una organización solidaria de la ciudad, en la que participa desde hace años.