A Christelle Ndasi le gusta que sus prendas hablen de lo que a ella la define, que es la unión de dos culturas, la camerunesa, la de sus raíces, y la occidental, la de su presente y su juventud. Sus prendas, que cuelgan de las paredes de la que algún día fue la droguería Villar, nacieron de las manos de productores africanos, con sus tintes y sus motivos geométricos y, ahora, reviven con otras formas y diseños.

Dice Christelle que, en su casa, siempre se vivió de la moda, ya que su madre, asturiana, tiene la tienda de ropa Curra, en Ourense. Cuando acabó la carrera de Políticas en Santiago, como en todas las facultades, en la suya también se organizó un acto de graduación, con sus discursos, sus abrazos y fotos de rigor. Para la ocasión, Christelle decidió rendir homenaje a esas dos orillas que conforman su vida y diseñó un vestido que confeccionó con telas llegadas desde Camerún.

A sus amigas les gustó tanto que, al final, se decidió a hacer una primera colección de primavera-verano; este año vino la siguiente. Los cortes son occidentales, americanas femeninas y faldas plisadas, pero los colores vienen desde el corazón de África. Dice Christelle que lo que le da sentido a este proyecto es poder combinar sus dos mundos, el africano, en el que se crió hasta los 14 años y al que trata siempre de volver y el europeo. Para ponerle nombre a lo que empezó a hacer como afición y en lo que le gustaría seguir creciendo buscó entre sus recuerdos y, con un poquito de cada uno, creó nuevas prendas. Su firma se llama Dina Ndasi, porque Dina es el nombre de su bisabuela asturiana y Ndasi porque es el apellido de su abuela camerunesa, explica.

No niega que le han preguntado ya por la colección de invierno y, aunque está en su mente, es un paso que todavía no se ha atrevido a dar. "En junio volveré a Camerún y podré ver las telas que hay y cómo las puedo combinar, porque una ropa de invierno tiene que abrigar", dice Christelle. Ahora, las telas se las mandan a A Coruña desde Camerún pero, en esta nueva incursión, quiere trabajar con los artesanos locales. "Yo podría hacer ropa con tejidos de aquí, pero quiero que sean 100% africanos porque así ayudo a la economía de mi país, a los productores locales", comenta.

Lo que más le gusta, cuando ve a sus clientas enfundarse en uno de sus modelos, es que disfruten como ella con la mezcla, con los colores que ella veía en su armario y en el de sus vecinas, pero paseados a miles de kilómetros de allí.

Ahora, Christelle trabaja en una empresa en A Coruña y asegura que Almacén Concept Store, que así se llama el heredero de la droguería Villar, le ha venido "como anillo al dedo", porque sus modelos conviven con perfumería, con obras de arte, con más moda de artesanos locales y hasta con un local de hostelería, que se encuentra en la planta baja y tiene una pequeña terraza.

"Esto me permite hacer la colección pero no tener que andar por las ferias para venderla o abrir una tienda y atenderla yo sola", comenta esta joven que, un día, "por no ir como todo el mundo" a una fiesta, diseñó un top y una falda con unas telas y unos colores que hablan de su pasado y, ahora, también de su futuro.